Columnas

La mujer que amo

Prefiero exaltarla a ella a escribir sobre la información que nos rodea y hasta agobia..

Es fuerte, aun con voz suave. Lo cree todo, de quienes tienen su esencia diáfana. No se rinde, aun cuando el corazón se le haga trizas.

De ella es el saludo, en griego, más famoso de la historia: ‘Chaire Maryam’. Tiene porte de guerrera, basta escucharla exclamar una alabanza visitando a su prima.

Decidida, al punto que viajó a lomo de mula, por semanas, embarazada. Es digna y segura; su esposo con dudas y en su silencio, decidió postrarse a sus pies al escuchar la buena nueva. Es humilde, y por ello pastores y reyes la visitan en el momento más importante para ella y la humanidad entera. Es firme con su hijo, aunque Él creía que en esa boda no debía ser el primer comienzo de su actuación pública. Es discreta, y solo interviene cuando cree que deben escuchar a su hijo. Es hermosa, dicen algunos que los peces le cantan mientras se peina. ¡Huele delicioso! A rosa recién cosechada, y deja su estela de olor cuando hace sus visitas; hasta hizo que un hombre humilde y sencillo la llevara en su tilda. Enamora, así de sencillo, por sus consejos, tal cual lo tiene registrado la historia en Portugal con Lucía, Jacinto y Francisca; o en Francia con Bernadette, entre otras 12. A veces es morena, o rubia, y ciertamente políglota, pues se entiende con todo el mundo. Protege al indefenso, y al que la busca lo atiende, no tiene apuro.

La mencionan 34 veces en el libro sagrado de los musulmanes. Esculpida en mármol por el mejor y más famoso escultor italiano, bajo el nombre La Piedad. En el arte cristiano, el papel más eminente le correspondió a ella. Su primer “Sí” fue tan poderoso que cambio la historia de la humanidad, y ha retumbado desde hace más de 2.000 años. Y sobre todo es puro amor, madre incondicional y leal.

Es María, la del Sí profundo, que retumba hasta hoy; la que inicia la era del amor, la bendita entre las mujeres.

Prefiero exaltarla a ella a escribir sobre la información que nos rodea y hasta agobia. Hoy es 26 de diciembre, un día después de celebrar la Navidad, y sabiendo que le tocará huir de Herodes, esconder a su tesoro, criarlo y educarlo como un niño más, buscarlo desesperadamente cuando en medio de la caravana se da cuenta de que su hijo se ha quedado en el templo; y verlo crecer en gracia y en su transformación de lo humano a lo divino, hasta que con su corazón atravesado lo escucha y ve en su última exclamación; de quien nos da la vida eterna y que con su ejemplo señaló el camino a la bondad, caridad, misericordia y amor.

Mientras más conocemos y nos informamos, más necesidad reconocer que esta vida del año 2020 ha sido única para muchos. Tal vez no viviremos intensamente otro episodio cruel y bello, inesperado y necesario, solidario y de carencias. Esta es una Navidad tan difícil, sorprendente y especial como la del portal de Belén, donde una familia unida celebraba la vida con lo indispensable, su amor.

Para este tiempo, recojámonos. Decidamos. Hagamos. Y tal cual Pablo aconsejaba a los tesalonicenses: “Examinad bien todo, y quedaos con lo que mejor parezca”, para validar nuestro propósito único e individual de vida en libertad, con valor y sabiduría. Y como María “escoger y vivir”.

Feliz Navidad y un feliz año 2021.