Columnas

La muletilla

La muletilla de va porque va, continúa, haciendo fiel caso a su definición: voz o frase que se repite mucho por hábito.

Es el caso que tiene que ver con el tan anunciado dragado del río Guayas. Con enorme sorpresa pude constatar que se promociona hasta en TV como culebrón vespertino e imágenes sugestivas de realidades poco vistas por el común mortal habitante de la Perla del Pacífico.

Al paso que vamos somos testigos del crecimiento de los bajos de una manera alarmante. Pronto se unirán La Puntilla y el islote. Será el acontecimiento del siglo y el monumento a la ineficacia administrativa mezclada con la política del lleve, donde el sentido común y la obligación de trabajar, no tienen cabida.

Desde los cargos públicos a los que llegan las personas, no se coloca un clavo sin el letrero promocional, olvidando su principal y único papel: SERVIR.

Los costos de las obras aumentan con el paso del tiempo y las propagandas, que no son gratis. No pocas veces pudieran ser tapabocas para evitar críticas u observaciones al accionar en algún intento de obra.

Voltaire decía que “la política es el arte que permite a hombres sin principios, gobernar a hombres sin memoria”.

El cuento del dragado es viejo y algo parecido ha salido a la luz con la tragedia de Zaruma. Sabedores del problema desde sus inicios, nadie ha logrado ponerle el cascabel al gato. Se conocen dos hundimientos graves en la zona. La causa, vieja amenazante. La ciudadanía, permisiva, y las autoridades, cómplices.

Y el cuento sigue. Se forma una comisión pacificadora para entrar en las cárceles repletas de reos -nada de PPL- y el presidente soslaya la manera de someter a esos seres que se negaron a vivir en sociedad de una manera civilizada.

Recuerde que el mamotreto originó a propósito el problema. Es parte de las ideas abortadas del pestífero foro.

Hay personas que quieren colaborar. La mecha sigue prendida. Puede explotar una megabomba armada con el dinero robado y el comercio de la droga. Acepte la ayuda. Piense en los que no somos ladrones ni burócratas.