Columnas

Justicia

Gente, la mayoría, que llegó a cargos importantes para manejarte, son buenos para engrosar las huestes del prófugo y los ladrones de la riqueza más grande que tuvo este pobre Ecuador

Si así despiertas, mejor sigue con tu pañuelo para que no veas nada. Continúa con tu sueño, que ojalá sea eterno.

Para los seres humanos que ilusamente creen en ti, por lo menos en este país descompuesto por el mamotreto de Montecristi, creado a dedo para el prófugo y los que han seguido (Moreno y Lasso), deben perder todas las esperanzas.

Dos casos citaré como ejemplo, de tu ciego accionar.

El de la señora Carolina Llanos Romero, presa durante ocho años, y el reciente del cabo segundo de la Policía, Santiago Olmedo, condenado a tres años cuatro meses por abatir a delincuentes luego de frustrar un asalto, y que se daban a la fuga.

El presidente muy graciosamente dice que le concederá el indulto, o sea el perdón. Quiere decir que lo cree culpable, pero el tiempo de reclusión en el infierno, ¿quién se lo devuelve? Y si en ese tiempo acaban con su vida o atentan contra su dignidad, ¿cómo se repara la muerte o la ofensa?

A la señora Llanos nadie le devuelve lo perdido, tiempo, honor y lo más preciado, la vida de su hijo.

Con vergüenza reconozco que el delincuente, sea asaltante con arma blanca o sicario con metralleta, tiene más protección que el ser humano normal. Despierta comentarios absurdos como el abuso de la fuerza o el exceso de disparos por la espalda. A esa gente le pregunto: ¿qué tal si el asaltado era alguien de su familia? La reacción sería otra, sin duda alguna.

El caso es que los delincuentes hacen de las suyas y matan a diestra y siniestra, pues saben que no serán aprendidos o si acaban en la cárcel, a los pocos días están circulando otra vez, burlándose de la autoridad policial, a más de que al llegar al presidio están en su salsa, se encuentran con sus panas. Saldrán descansados y con sed de venganza. Rehabilitación, por el corto tiempo y el ambiente, es imposible. A otro perro con ese hueso.

En nuestro país y en Guayaquil en particular, el hampa se impone y tú, JUSTICIA, en manos de gente sin principios ni moral, no sirves para nada.

Gente, la mayoría, que llegó a cargos importantes para manejarte, son buenos para engrosar las huestes del prófugo y los ladrones de la riqueza más grande que tuvo este pobre Ecuador.