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Arroz amargo

Avatar del Ignacio Granja

Las pérdidas humanas y los heridos de ambos lados tampoco sirvieron para detener la barbarie

Titulo de una película italiana de 1949. ¿Por qué la mención? Pues porque me sirve para imaginarme que lo conseguido con la tan mentada paz entre insurrectos indígenas y el Gobierno tiene como ganador al del poncho rojo.

Poco tiempo pasará hasta que se den cuenta del significado económico que lo acordado representa y que su cumplimiento será poco probable. Al fin y al cabo, las pérdidas en estos días de vagancia, más lo que se arrastra por la pandemia, no es pelo de rana.

De esta manera se cumplen los dictámenes del pestífero foro para desestabilizar a un gobierno. Crisis sanitaria más crisis económica, terreno abonado para el fracaso hasta del más pintado. Es posible que el precio del petróleo, si se mantiene en alza, ayude, pero es algo no predecible, aunque sí deseado.

Como dijo Montesquieu, los malos ejemplos son más dañinos que los crímenes. Entonces, ya saben los reclamadores de siempre, que la vía del paro, más el caos, es la manera de conseguir lo que sea en detrimento de una mayoría callada y un gobierno de rodillas muy prestas a doblarse.

Señor presidente, el circo le es desfavorable de manera peligrosa. Sus salvadores, ahora, dos partidos que creía serios, se le viran al son de cualquier canción y Ud. se queda bailando con la mas fea. No lo olvide.

Mientras insista y crea que manejar al país con el mamotreto vigente es lo que conviene, está perdido. El tiempo restante es de horror y el prófugo se relame soñando con su regreso. No lo permita, sálvenos de ese infierno. Al fin y al cabo, para eso lo elegimos.

Las imágenes de los indígenas botando la leche a la tierra no deberían ser olvidadas y los canales de TV harían un favor a la patria recordando el hecho todos los días. Las legumbres y frutas podridas, al igual que las flores, disgusta. Todo lo que la tierra y los animales nos entregan día a día no les importó, como tampoco la destrucción de propiedades del Estado y privadas.

Las pérdidas humanas y los heridos de ambos lados tampoco sirvieron para detener la barbarie.

La hoguera bárbara, con el arrastre de los Alfaro en 1912, y días antes el asesinato de mi bisabuelo por parte de cobardes apostados en el panóptico, son acciones que también se dieron en Quito.