Columnas

Guayaquil: bicentenario y futuro

"El futuro de Guayaquil lo pensamos y construimos todos, deponiendo intereses grupales o personales, priorizando la lucha contra la pobreza, la reactivación y desarrollo económico..."

Recordemos que la ciudad es un complejo sistema económico, político, social, cultural, comunicacional, territorial, simbólico y ambiental, cuyos componentes, procesos, tendencias y conflictos podemos aprender racional y técnicamente. Como señalan autores, como Hardoy, Castells, Borja, Pradilla, Carrión, etc., es multifuncional, concentra la diversidad y está en permanente construcción-deconstrucción porque nunca se acaba; se trata de un “un producto social” en procesos de cambio constante, que tiene historia. La conmemoración del Bicentenario de Independencia de la Provincia de Guayaquil permite reflexionar que el territorio urbano guayaquileño definido por los límites municipales de 2016 es la ciudad legal, oficial, pero no es la urbe real y dinámica, la de la expansión del tejido urbano, que configura y define la trama conurbada existente. Esta se ha ido conformando por la movilidad de la población -otros autores dicen expulsión por saturación o diferenciación social- hacia territorios de cantones vecinos, como Samborondón, Daule, Yaguachi, Nobol, el actual cantón Eloy Alfaro-Durán (que creció aceleradamente por el primer puente sobre el estuario en 1970) y hacia la T de Salitre. La dura experiencia de la COVID nos obliga a repensar estratégicamente el futuro desarrollo de la ciudad, adoptando decisiones que se habían diferido por diversas circunstancias, como promover una urbe incluyente, policéntrica, segura y resiliente, dando énfasis a la a movilidad cotidiana, la participación social y el bienestar colectivo. A Guayaquil hay que celebrarla con propuestas, proyectos y realizaciones de gran envergadura y que conlleven una hoja de ruta que tenga como referentes los 500 años de su fundación española en 2035, y la formulación y ejecución de políticas públicas locales a impulsarse hasta 2050, para lograr un cambio institucional y el desarrollo urbano sostenible. El futuro de Guayaquil lo pensamos y construimos todos, deponiendo intereses grupales o personales, priorizando la lucha contra la pobreza, la reactivación y desarrollo económico, el cambio climático y riesgos que se pronostican, y el derecho a la gran urbe sin exclusión.