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Por y para Guayaquil

Avatar del Gaitán Villavicencio

Pareciera que a la ciudad le han caído las siete plagas de Egipto, que se manifiestan por crisis económica agudizada por la pandemia, crecimiento acelerado de la informalidad y pobreza, aumento de homicidios agravados y motines carcelarios generadores de inseguridad y miedo colectivos, ausencia del Estado -nacional y local- cuándo la urbe fue “epicentro” de la pandemia de coronavirus en el país y regionalmente; un errático y, frecuentemente, ausente liderazgo municipal, sin creatividad ni capacidad para gestionar el poder local; debilidad del continuismo en la gestión urbana e incapacidad para renovarse ante las nuevas circunstancias en tres décadas de hegemonía; los numerosos errores cometidos y tener intocados los problemas estructurales y sistémicos del cantón; resaltando que en la memoria colectiva están guardadas las imágenes de cadáveres en las calles, los problemas para enterrarlos, la saturación de los hospitales y ciudadanos muriendo afuera. Los guayaquileños nunca olvidarán los 14 mil fallecidos, ni a los políticos corruptos que traficaron y se enriquecieron con la emergencia sanitaria.

La conmemoración de 201 años de independencia y la coyuntura exigen una agenda alternativa para Guayaquil, sus ciudadanos y para el país, recalcando que el modelo neoliberal urbano y de gestión imperante ha fracasado estruendosamente, pues es causante de lo reseñado en el párrafo anterior. Necesitamos impulsar un nuevo modelo de gobernanza y de gestión participativo, transparente, democrático, planificador, no basado en la voluntad omnímoda del alcalde sino en el aporte colectivo de barrios, funcionarios y academia. Priorizando que la salud pública, la educación de calidad y para todos, y la seguridad ciudadana deben ser competencias compartidas reales entre gobierno central y municipio. Impulsar un gobierno metropolitano conformado por las conurbaciones comprobadas en su territorio, sin que esto signifique la desaparición en esta jurisdicción territorial de los municipios existentes. La Prefectura gestionará las áreas rurales y el manejo de los recursos naturales renovables; reducirá las desigualdades entre campo y ciudad.