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Desigualdades y COVID-19

Avatar del Gaitán Villavicencio

La pandemia de SARS-Cov-2 que produce COVID-19 desde inicios de 2020, se convirtió en la noticia protagonista de 2021 por las secuelas de muertes y contagios provocados a nivel global, y por sus variantes y rebrotes; en Europa se habla ya de la sexta ola. El coronavirus ha desbordado los sistemas sanitario-hospitalarios de todos los países, sin excepción, destacando que no se encuentran organizados ni preparados para enfrentarlo. Tan grandes son los impactos negativos del virus que los antropólogos médicos han acuñado el concepto de “sindemia”, “problemas de salud sinérgicos que afectan la salud de una población en sus contextos sociales y económicos”. Según el poeta Juan Villoro, “la crisis del coronavirus nos replegó a las habitaciones en las que no siempre queremos estar y adquirió la condición de una Odisea inmóvil. Sin mediación alguna, el punto de partida se transformó en punto de llegada. Estábamos donde teníamos que estar, pero eso representaba un tránsito hacia ninguna parte […} El confinamiento, sinónimo de purgatorio, se transformó en mérito ciudadano”. Todo esto llevó a la agudización de la crisis fiscal y el colapso de las actividades económicas. El coronavirus exacerbó las desigualdades sociales preexistentes y al mismo tiempo generó otras nuevas. La desigualdad social es resultado de un modelo económico, en nuestro caso del neoliberalismo, que se ha aplicado en las últimas cuatro décadas y ha redistribuido cada vez menos riqueza hacia los percentiles inferiores de la sociedad, mientas acumula cada vez más en los superiores. Se convierte en un problema estructural, ya que provoca impactos corrosivos en lo social, económico, político y democrático. Revisando algunos indicadores socioeconómicos hemos retrocedido a niveles de la década del 90: la deuda pública que en 2010 llegó a 19 % del PIB en 2021 alcanzó el 62 %. El MIES señala que entre 2020 y 2021, a agosto, la pobreza extrema pasó de 1,4 millones de personas a 2,3 millones. El FMI exige revisar (reducir) el sistema de pensiones. Con la COVID se potencian formas de desigualdad inaceptables junto a la mercantilización de la vida social.