Por un cambio político alternativo
Parecería que para Colombia se avizora un cambio político alternativo
El triunfo del precandidato Gustavo Petro en las elecciones primarias colombianas del 12 de marzo por la coalición Pacto Histórico, que representó a la tendencia de izquierda, logró 80 % de la votación, alrededor de 5,8 millones de votos, lo que reconfirmó los resultados de encuestas preelectorales. Además, en las elecciones legislativas la izquierda logró, por primera vez en la historia republicana, 17 escaños en el Senado y 25 en la Cámara de Representantes. Frente a Federico Gutiérrez, candidato de la tendencia de derecha, Equipo por Colombia, que alcanzó 53 %, cerca de 4,1 millones de votos. A nivel parlamentario la derecha fragmentada seguirá siendo mayoría si logra integrar a 6 partidos. Mientras la tendencia de centro, Centro Esperanza, de Sergio Fajardo, registró 2,2 millones de votos. Habrá 10 candidatos presidenciales en la primera vuelta a celebrarse el 29 de mayo. La pregunta del millón es: ¿por qué se produce en esta coyuntura el triunfo apabullante e inédito de la tendencia de izquierda del Pacto Histórico? Colombia vive, desde hace mucho tiempo, una crisis humanitaria cuya responsabilidad es imputable al Estado, élites y sistema político. Petro canaliza en las urnas el gran descontento ciudadano, particularmente de jóvenes, mujeres y pobres, y su inconformismo frente a las políticas económicas y sociales y por la violencia, corrupción e impunidad de los gobiernos de derecha, como muestra los casos de Uribe y Duque. Coadyuvan al crecimiento de este gran descontento las protestas sociales nacionales que se iniciaron el 21 de noviembre de 2019 y que se repitieron en los años siguientes, y por el gobierno que no cumplió los acuerdos suscritos. También influenció el rechazo e incumplimiento de los Acuerdos de Paz de 2016 por parte del régimen actual, el títere y el titiritero del Centro Democrático, perdedor en esta contienda electoral, que se expresa en los asesinatos violentos de más de 800 líderes sociales, defensores de DD. HH. y excombatientes reinsertados, que ha impulsado el regreso a la guerra sucia del paramilitarismo. Parecería que para Colombia se avizora un cambio político alternativo.