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Gabriela Panchana: Unámonos en lo de fondo

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Durante la mayor bonanza de la historia, los diez años de la revolución ciudadana, el Estado triplicó la recaudación de impuestos

La mayoría de la sociedad civil apoyó la propuesta del Gobierno de subir los impuestos. Al respecto, los macroeconomistas nos explicaron que el aumento del IVA y demás contribuciones apenas cubrirán un porcentaje del socavón que tiene que cubrir el Estado. Que urgen otras medidas, como focalizar subsidios, y acudir a los organismos multilaterales, para seguir refinanciando las deudas y ampliando los plazos. Todo esto ya se hizo antes. Y no bastó, en mi opinión, porque sin cortar la raíz del problema, estamos lejos de resolverlo.

Durante la mayor bonanza de la historia, los diez años de la revolución ciudadana, el Estado triplicó la recaudación de impuestos y recibió la mayor cantidad de divisas por exportación petrolera. Sin embargo no le alcanzó. Correa recibió las cuentas fiscales en 2007 con un 2,6 % de superávit, y las entregó a Moreno en 2017 con un déficit de -10,06. También nos dejó con la mayor deuda pública: pasamos de 14 mil millones en 2007 a 49 mil millones en 2017. El insaciable gobierno de RC prevendió casi todo el petróleo hasta 2024, o sea que no solo asfixió en deudas al país, sino que malbarató el 87 % de la exportación petrolera que debía financiar a los gobiernos posteriores. Esas preventas causaron un perjuicio de 4.772 millones de dólares, por el descuento en cada barril de petróleo entregado al imperio asiático, a cambio de caros y opacos préstamos con intereses y comisiones por más del 8 % que China nos otorgó para hacer megaobras con megafallas.

Si a estos desfalcos agregamos los millones que el exgerente de Petroecuador, Nilsen Arias, se robó junto con Eduardo y Antonio Peré, y los millones que se evaporan en los contratos de las empresas públicas infectadas por la corrupción y la ineficiencia, se me acaba el espacio.

Entonces, la corrupción más que un problema, es un sistema que lo envuelve todo, incluyendo los organismos de control, el sistema judicial y a muchos contratistas privados. Si no resolvemos ese cáncer, que es cultural, y cuyo precio lo pagamos con vidas y oportunidades perdidas, no habrá impuestos ni bonanza que alcance.