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Panis et circenses

Avatar del Francisco Swett

"En la era de la bufonería política, cualquier simpleza de esta naturaleza le da al interpelante su cuarto de hora de celebridad por haber reducido la realidad a una narrativa de granujas"

Muy suelto de verbo, el diputado interpelante de la Superintendente de Bancos pone a sus opositores “contra el paredón” cuando espeta que el juicio político contra la señora Arregui revelará “quiénes están con los bancos”. En la era de la bufonería política, cualquier simpleza de esta naturaleza le da al interpelante su cuarto de hora de celebridad por haber reducido la realidad a una narrativa de granujas, carente de conceptos, apoyándose en la guerra nocional de los buenos contra los malos.

No sirvo los intereses de la banca o de ningún banquero, por lo que no es la defensa de ningún funcionario bancario que me anima. Lo que sí acontece es que las acusaciones del interpelante me hacen recordar mi propia interpelación, cuando como ministro de Finanzas, otro payaso del momento, me acusó (como presidente exoficio que era de la Junta General de Accionistas del entonces estatizado Banco La Previsora) de haber permitido que un corrupto nombrado en el gobierno de Osvaldo Hurtado haga un festín con letras de cambio de las cuales ¡él era el beneficiado! Yo gané el juicio luego de haberle metido una verdadera tunda política al interfecto, quien no tuvo la solvencia requerida para oír mi respuesta.

Las cosas no cambian. Quienes carecen de cultura política repiten las bufonadas del pasado sin contar con sustento alguno. Es el mismo triste episodio que animó a unos cuantos de estos sujetos a armar una acusación contra el presidente de la República, por supuestamente ocasionar una “conmoción social” que solo residía en sus conmocionadas cabezas. Es lo que le anima al asambleísta (cuya actuación debe disturbar seriamente al padre de la Teoría de la Evolución en su tumba) a lanzar sus acusaciones con ventilador, para crearse un espacio.

Si de cuitas contra la banca se trata, la cola puede ser extensa, pero eso no demuestra de manera alguna, viendo el historial de las quejas, que el regulador haya sido laxo en el cumplimiento de su deber o que haya permitido sinvergüencerías a sabiendas de que estas estaban siendo cometidas para robar recursos de clientes.

La substanciación de las acusaciones es requerida también en política, precisamente, para evitar el acto circense que se pretende montar. El interpelante deberá demostrar que, efectivamente, hubo substracción de recursos de una cuenta, y, por encima de ello, que la funcionaria ocupaba el puesto de autoridad al momento del atraco y que, además, con negligencia culposa la institución, esto es, la Superintendencia de Bancos, a través de sus órganos regulares de atención al público, desestimó sin mérito alguno las quejas presentadas por las personas afectadas. Esto por cuanto, si existen instituciones, deben seguirse los procedimientos mandados por ley, reglamento, o resolución, pues no es el caso que el funcionario, en este caso la señora superintendente, tiene funciones de pesquisa. ¡El mundo no funciona de esa manera!

La frivolidad alimentada por la ignorancia y por el prurito de hacer noticia es una seria limitante para el desarrollo de la cultura política ecuatoriana. Mientras este tipo de caracteres anden sueltos habrá cabida para que el circo de Juvenal continúe sus funciones. Es lamentable que la comisión de Fiscalización haya permitido que este bodrio vea la luz.