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Cusín: ¿liberal?

Hay un pretendido dominio intelectual, injustificado en la teoría y la práctica, sobre los temas de la economía en un medio que no da más… el modelo del Estado ecuatoriano es disfuncional....

Cuando en 1999 fue necesario romper el paradigma del régimen monetario fuimos unos pocos los que nos aventuramos a articular y promover activamente lo que se consideraba una verdadera locura: cambiar la moneda y quitarle al Banco Central el monopolio del señoreaje. Fue el cambio más radical posible en la estructura de la economía ecuatoriana.

Dos décadas después, quienes conceptualizamos el cambio de paradigma monetario podemos argumentar que la dolarización (que se inició con niveles de liquidez de menos del 20 % del PIB) se mantendrá, sin necesidad de “protección”, en la medida en que los ecuatorianos la prefieran a cualquier alternativa. Es paradójico, pero los personajes que hoy presumen de dar cátedra de política económica son varios de los mismos que combatieron con toda su fuerza a la dolarización y prefirieron que la economía se incinerara en 1999. Son quienes ahora proponen que lo que hay que hacer es reforzar el régimen administrativo y fiscal imperante. Hay un pretendido dominio intelectual, injustificado en la teoría y la práctica, sobre los temas de la economía en un medio que no da más porque el modelo del Estado ecuatoriano es disfuncional, lo que queda demostrado una vez más con la proforma presupuestaria de 2022.

La estructura fiscal data de la década de los setenta y ha sido parchada innúmeras veces. Las prescripciones fiscalistas basadas en simple contabilidad numérica no funcionan. Entretanto, el MEF prevé que el ingreso de los hogares permanecerá estancado y ello anulará la promesa del presidente de crear dos millones de empleos durante su mandato; el régimen tributario demandará más tributos a ser pagados por el 5 % de ecuatorianos que son los efectivos contribuyentes; la tenaza burocrática del Estado seguirá apretada y el gasto público crecerá con su acostumbrada fuerza inercial. El punto es, entonces, ¿por qué razón el mayor caudal de preocupación de los líderes intelectuales de Cusín es el equilibrio fiscal estático en un sistema que tiene un faltante permanente de un tercio de sus recursos?

Hay, como en 1999, riesgos sistémicos. La buena teoría y la experiencia endorsan la posición de que la forma de salir del empantanamiento tiene que sustentarse en un crecimiento ético que, para lograrlo, demanda incrementar los recursos de inversión pública focalizada en bienes públicos de alto rendimiento económico y social, y en darle los grados de libertad requeridos a la producción para que cumpla su función de crear valor agregado. El advenimiento del ciclo de expansión le devuelve los recursos al fisco, como ocurrió en 1985 cuando crecimos por encima del 4 %, bajamos la inflación no obstante los ajustes fiscales que fue necesario hacer por la irresponsabilidad fiscal previa, y tuvimos superávit en las cuentas del sector público consolidado. Considerando la importancia de la oportunidad de las medidas, las señales fueron inmediatas, en la primera semana y el primer mes, para corregir los desequilibrios heredados y no esperar pacientemente a que transcurra medio año sin articular acciones concretas que hagan cambiar las expectativas.

¿Es Cusín liberal? ¡No lo es! Su carta de presentación es su influencia notoria; son los guardianes del ‘statu quo’, y, por el momento, tienen el oído del presidente.