Columnas

Conociendo a Olmedo

"Su persona abarca mucho más allá y lo torna en 'la' figura señera de los patriotas que le dieron independencia a lo que hoy es el Ecuador"

El estudio de la historia y su narrativa requieren de talentos especiales: conocimiento a priori de los acontecimientos a investigar; curiosidad insaciable requerida para buscar y los métodos para hacer sentido desde las fuentes primarias; ordenamiento de las ideas en la secuencia adecuada; correcta interpretación de los datos en una escritura intrigante que mantenga la atención del lector; y, obviamente, saber capturar la atención e interés del gran público. Es una tarea de hormiga o, como se decía en tiempos pretéritos, una “vocación de ratón de biblioteca”.

Son todos atributos que exhibe Guillermo Arosemena en su biografía de José Joaquín de Olmedo, primer mandatario guayaquileño, líder de la Revolución de Octubre y, posteriormente, víctima de una suerte de devaluación histórica provocada por quienes forjaron una narrativa que entronizó a quienes no lo merecían.

La obra de Arosemena tiene un importante valor agregado pues avanza las fronteras del conocimiento de nuestros orígenes, incluyendo las victorias y derrotas que marcaron la efímera historia de la Provincia Libre de Guayaquil.

Ser versado en la poesía, y Olmedo lo fue, realza una de las dotes del prócer, pero su persona abarca mucho más allá y lo torna en “la” figura señera de entre los patriotas que le dieron independencia a lo que hoy es el Ecuador.

El autor no ensalza ni glorifica al sujeto del estudio. Conocemos así a un personaje de carne y hueso: inteligente, bien formado, hijo ejemplar, honrado, taciturno, pensador, valiente, capaz de ejercer un liderazgo que inicialmente rehuyó para luego tomarlo con la energía y determinación requeridas. Su estilo y conducta fueron originados en la razón y ganó adeptos por la fuerza de sus argumentos. No se doblegó y supo responder, de igual a igual, cuando debió enfrentar a Simón Bolívar, cuyas ideas de adhesión a Colombia se impusieron por la fuerza de las armas y el destierro.

El 9 de Octubre de 1820 es, para nosotros, la culminación de un proceso que empezó a tomar cuerpo en el Iluminismo, cuyo ideario develó la necesidad de dar por terminado el régimen feudal. Es la fecha de la partida de nacimiento de un país que perdura hasta hoy.

Arosemena nos muestra el contexto de convivencia entre un grupo muy homogéneo de guayaquileños que tomaron la resolución inapelable de romper el yugo servil de la Corona española. Son personajes que incluyen a Villamil, Antepara, Garaicoa y los Elizalde, entre otros; todos ellos ilustrados, cosmopolitas, duchos en los quehaceres de la política y, como Rocafuerte y el propio Olmedo, con intelectos capaces de construir un Estado que, en un final más feliz, debió ser la República Federada del Ecuador.

La claridad del mensaje escrito nos permite descifrar las razones por las cuales esta región y esta ciudad se convirtieron en, y continúan siendo, los polos de atracción y prosperidad productiva del país. Entender la economía es importantísimo para comprender e interpretar la historia.

Guillermo Arosemena es uno de los prolíficos y relevantes historiadores guayaquileños. Es afortunado para nosotros el que haya dedicado su tiempo e intelecto a la tarea de develar quiénes somos. “Olmedo” es un libro que lo comprueba.