Francisco Rosales | El Nobel de Machado
La concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 ha puesto en jaque a la izquierda latinoamericana y al PSOE español
Más allá de los indudables méritos de María Corina Machado, MCM, una heroína del siglo XXI por su valiente lucha contra la ignominiosa dictadura de Maduro, la concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 ha puesto en jaque a la izquierda latinoamericana y al PSOE español.
Ninguno ha felicitado a MCM. Optaron por un silencio de apoyo a Maduro, que no es de izquierda ni socialista. Es populista del Socialismo del Siglo XXI, que está para enriquecer a sus capitostes, empobrecer a su pueblo y violar sus derechos fundamentales.
Es también un golpe demoledor al aparato policial de Venezuela y a la seguridad del Estado de Cuba, que aplica en Venezuela el sistema represivo y controlador que ha devenido en la más larga dictadura de América. El 1 de enero próximo cumplirá 67 años destruyendo Cuba, que antes de Castro tenía los más altos niveles de vida de Latinoamérica.
En medio de todo ese brutal sistema de control político y policial, la opositora a quien le tiene pánico el gobierno de Maduro y a quien ha perseguido sin cuartel, se escapó ante sus narices y llegó a Oslo pocas horas después de la ceremonia en la que la representó con honor su hija Ana Corina Sosa Machado.
Julio Sosa Rodríguez, padre del exesposo de MCM, Ricardo Sosa Branger, fue un importante empresario venezolano, embajador en Washington en el primer gobierno de Rafael Caldera y negociador del ingreso de Venezuela al Pacto Andino. Hecho trascendental que se concretó en febrero de 1973 con la presencia del propio Caldera y el canciller Calvani en Lima. Julio Sosa fue muy cercano a Ecuador. Participó entre los accionistas fundadores de un banco en Guayaquil, una financiera en Quito y una industria de lubricantes en Durán.
Una anécdota: para iniciar las negociaciones Julio Sosa visitó a todos los jefes de Estado andinos. El presidente Rodríguez Lara, luego de conversar sobre el propósito de su visita, le preguntó que, con la experiencia de su país, ¿cuál sería la mejor política petrolera de Ecuador? La respuesta fue: “todo lo contrario a lo hecho por Venezuela”.