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Francisco Rosales: Menos que un perro en misa

Avatar del Francisco Rosales Ramos

Este episodio confirma, una vez más, la necesidad de eliminar al CPCCS

La demorada resolución del Tribunal Contencioso Electoral, TCE, dio al traste con la chapuza correísta de apropiarse del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, CPCCS, para entregar las superintendencias, el Consejo de la Judicatura, la Fiscalía general, el Consejo Nacional Electoral -CNE-, la Corte Nacional de Justicia. y otros entes de similar importancia a personajes dóciles al caudillo prófugo. De allí que la picaresca quiteña afirme que la permanencia de Franco Loor en el CPCCS duró menos que un perro en misa.

Franco Loor, abogado de Glas, entusiasta del Socialismo del siglo XXI (asistió como invitado especial a la reciente posesión del dictador Maduro en Caracas, pero dijo que fue a esa ciudad para editar un libro sobre Bolívar), entró por la ventana al Consejo de Participación, cuando la Asamblea Legislativa en manos de una activista correísta destituyó al consejero Juan Esteban Guarderas. Así, la Liga Azul obtuvo la mayoría en ese órgano creado en Montecristi.

El primer acto de la nueva mayoría, en contubernio con la presidenta de la Asamblea, fue designar superintendente de bancos a Raúl González, desacatando una sentencia de la Corte Constitucional -CC- de diciembre anterior.

Pero entraron en pánico cuando la propia corte inició la fase de seguimiento de esa decisión, dio 24 horas para que los autores expliquen su decisión y advirtió que podrían ser destituidos. Dejaron sin efecto la designación de González y nombraron a Roberto Romero, a quien legalmente le correspondía. El TCE, ante la inminencia de que la CC destituya a los consejeros de la Liga Azul, resolvieron la apelación pendiente por varios meses y confirmaron la destitución de Franco, Verduga, Saltos y Párraga.

Pese a ello, la CC deberá dejar fuera del CPCCS a los indicados ciudadanos porque sería inaceptable dejar impunes a quienes incumplan sus sentencias.

Este episodio confirma, una vez más, la necesidad de eliminar al CPCCS por sobre las absurdas limitaciones a la voluntad ciudadana impuestas en Montecristi.