Volvamos a ser país

Tuve la oportunidad de celebrar el Día de la Infantería en el Fuerte Huancavilca. Requieren los recursos indispensables para enfrentar los nuevos desafíos’.
Me gusta repetir aquella dura, pero hermosa y realista expresión del poeta chileno Nicanor Parra: “Creemos ser país y la verdad es que somos apenas paisaje”.
La frase es aplicable al Ecuador que nos dejó la década infame. Expresamente, destruyó o debilitó la escasa institucionalidad existente, creada con el esfuerzo y sacrificio de muchas generaciones. Una de ellas, clave, son las Fuerzas Armadas Ecuatorianas. Resultan evidentes los esfuerzos orientados a desprestigiarlas, debilitarlas, con el afán de luego destruirlas y reemplazarlas por un aparato que responda a los afanes totalitarios del mal llamado socialismo del siglo XXI.
Débil fue la resistencia de algunos mandos, obsecuentes servidores de la voluntad del dictador y cabe recordarlo. Olvidaron que las Fuerzas Armadas están al servicio de la nación y no al del gobierno en turno. Se intentó acabar con su estructura jerárquica, fundamento de uno de sus pilares fundamentales: la disciplina. Se realizó una criminal siembra de odio entre oficialidad y tropa que, por suerte, no prosperó de modo tal que sea irreparable.
No conozco la situación a la fecha. Entiendo que se han tomado medidas para restaurar su tradicional institucionalidad. Oportuno sería, y me permito sugerirlo, que al reparar las lesiones inferidas se realice una reestructuración acorde con los actuales requerimientos nacionales.
Ahora, la inseguridad tiene fuentes nuevas y algunas que vienen del pasado. Entre estas últimas: la corrupción es un viejo enemigo a combatir. Aprovecharse de los recursos destinados a la defensa y a la seguridad es tan grave como hacerlo con aquellos destinados a proteger la salud.
En cuanto a las nuevas amenazas, estas derivan de la moderna alianza político-delincuencial que estos días siembra el terror en muchas de nuestras ciudades, llenándolas de sangre en las disputas por el territorio, para someterlo a su mafioso control.
Organizar a la república para liberarse de la intención de someterla es una nueva tarea de las Fuerzas Armadas. Por supuesto, en esfuerzo coordinado con toda la institucionalidad pública y ciudadana.