Columnas

Nuevas leyendas urbanas

"La gente necesita esperanzas, aunque sea inventándolas"

Cada día se siente con más fuerza el coletazo de la crisis generada por el coronavirus que, en cuanto a lo económico, venia arrastrándose desde meses antes.

La evidencia en la pérdida de empleos, en la agonía del IESS y en la desesperantemente lenta reactivación de al menos algunos sectores de la economía, así lo testifican.

Mientras tanto, crecen las leyendas urbanas. La urgencia por encontrar un adecuado tratamiento a la COVID-19, le atribuye curaciones portentosas a una serie de sustancias químicas o vegetales que no enumero para no resentir la “fe” de sus muchos usuarios o recomendadores voluntarios. Lo cierto es que la potencialidad de tener con qué curarse hace que muchos ciudadanos bajen la guardia, y ya ven lo que está pasando en Quito. Con todo y la experiencia de Guayaquil, el cambio del color del semáforo determinó un descuidado salir a trabajar sin tomar las debidas protecciones.

Por otro lado, la corrupción también ha hecho lo suyo. Del mismo modo, la descoordinación entre lo municipal y lo nacional.

Otro sueño peligroso es el que hace pensar como posible que, por el descuido en la atención inicial, un gran porcentaje de la población ya se ha contagiado y por tanto ya es inmune, sin haber hecho un número de pruebas suficientes como para así determinarlo. En todo caso, las tasas de mortalidad a la fecha son un indicador más confiable respecto a un mejor control de la pandemia, pero ello no autoriza a bajar las medidas de cuidado.

Por último, entre las nuevas leyendas urbanas están las que hacen pensar en los votos de Nebot y los de Correa, presumiendo que ambos están fuera de la contienda por propia voluntad o por la acción de la justicia. Vale decir que es lugar común señalar que los votos no se manejan como chequera y pueden endosarse a quien se quiera. Cada día la experiencia del pueblo es mayor y cada vez comulga menos con ruedas de molino.

Cabe sí esperar que ahora las reivindicaciones sociales por tanto tiempo esperadas partan del pueblo hacia los candidatos y no de la manera habitual. En promesas de campaña ya nadie cree por miles de razones.