La lucha contra la corrupción

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Ojalá en cada provincia, en cada cantón, se crearan comisiones anticorrupción. La lucha debe ser ciudadana.

Se han dado tantos actos dolosos en el país que cuando los comentamos cotidianamente, siendo siempre un buen tema de conversación, generamos una imagen tan negativa del Ecuador que nos impide apreciar lo positivo. Todo ello resulta absolutamente deprimente, al punto que se neutraliza nuestra capacidad de actuar.

Y actuar es lo que se necesita con urgencia para rescatar a la República del secuestro al que lo tiene sometida una mafia delincuencial que ha hecho de la actividad “política” su industria favorita, dada su alta rentabilidad y la garantía de impunidad.

Así como la mafia es política-delincuencial, no cabe esperar resultados positivos combatiéndola desde los partidos políticos, que por lo demás no existen, salvo para participar en los periodos electorales, que es precisamente desde donde comienza la corrupción, al pagar por obtener espacio en los primeros puestos de una lista, bajo promesa de pronta recuperación de la “inversión” realizada.

Si el candidato resulta elegido empieza a cobrar (recuperar) y puede recibir, según la fuerza ciudadana que lo respalda, desde un hospital hasta una provincia, para manejarlo al gusto.

Sin embargo, esos casos, pese a no ser de bajo ingreso, constituyen un nivel secundario de la corrupción. En otros rangos más altos son los jefes de esos partidos, con las excepciones que justifican la regla, quienes participan a través de terceros o directamente, en lo que se podría denominar ligas mayores de la corrupción. Son ellos los que logran los famosos “acuerdos entre privados”, obteniendo jugosos incrementos a su mal habido patrimonio. Son los de casos emblemáticos como Odebrecht, cuya lista al final pareciera no vamos a conocer nunca o los de la repotenciación de la refinería de Esmeraldas, para solo citar dos casos.

Con ese entorno , resulta gratificante contar con ciudadanos como Jorge Rodríguez, que desde la Comisión Anticorrupción han hecho y siguen haciendo grandes aportes al rescate de la ética pública. Ojalá en cada provincia, en cada cantón, se crearan comisiones anticorrupción. La lucha debe ser ciudadana.