Hacia unas elecciones honradas

"Es increíble que haga falta movilizar recursos ciudadanos en ánimo a tener unas elecciones limpias"

Es el colmo de la mala calidad democrática del Ecuador la desconfianza manifiesta de amplios sectores ciudadanos en la idoneidad técnica y ética de algunos de los integrantes del Consejo Nacional Electoral.

La pugna cotidiana que perplejos observamos ratifica la sospecha de manejos oscuros, y la posible manipulación de los medios electrónicos para realizar el escrutinio la acrecienta.

Duele que en tiempos de crisis el presupuesto para llevar adelante el próximo proceso electoral se agrande desproporcionadamente en relación al número de electores y el tamaño del país. Ojalá, pronto, ese flanco se cubra para poner toda la atención en la pureza del sufragio.

Duele también que a estas alturas de la república la percepción de que nos pueden hacer -nos lo han hecho ya- un fraude electoral, siga vigente. Por suerte, frente a la convocatoria a constituir un frente ciudadano que vigile la calidad, en todos los ámbitos, de las elecciones por venir es gratificante. Esperemos que el grupo actual siga creciendo y en cada registro exista un vigilante de que las cosas se hagan como es debido, como manda la ley.

La elección que se dará dentro de un año es trascendente. Confiamos en que el pueblo ecuatoriano sabrá elegir aquello que considera es lo que más conviene al país. Para una honda reflexión al respecto, le sobra la experiencia vivida en la década recién pasada. Por ello mismo, es imperativo garantizar que el resultado que se anuncie corresponda a la expresión de la voluntad de los ciudadanos en las urnas y no a la manipulación de algún sospechoso apagón.

No están las cosas como para tolerar una nueva sospecha de fraude. Se impone la más absoluta transparencia y eso depende, a más del rigor con que actúen los responsables de la conducción del proceso, de la voluntad ciudadana de vigilarlo y garantizarlo nítido. Creemos que ello es posible si mantenemos la voluntad de así proponérnoslo. De momento no queda sino agradecer el civismo de los compatriotas que han adherido a una propuesta que no tiene intención a favor de este o aquel. Tiene como única intención hacer que la voluntad popular se respete.