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Vacunado, al fin

Avatar del Francisco Huerta

"Yo no sabía que estaba en la mira de tanto mediocre que como no puede superarse acumula envidia"

Luego de ser un vacunado vip (en la imaginación de algunos malquerientes) y figurando como tal en unas listas que merecieron todo tipo de comentarios críticos, la moraleja sigue siendo: mientras más conozco al género humano (algunas especies, por supuesto) más quiero a mi perrita.

Ahora, por respeto a la opinión pública, y para mantener autoridad moral cuando critico los privilegios, me permito informar a los lectores que recibí al fin mi primera dosis en la clínica de la UEES por convocatoria del Colegio Médico. Dentro de veintiún días recibiré la segunda dosis. Me moveré por el país como he venido haciendo, sin dejar de tomar las debidas precauciones.

Con ellas, bien asumidas, me he librado del contagio, pero no de la maledicencia de los que han disfrutado de pescarme en falta. ¡Qué pena con ellos! Tendrán que tragarse sus palabras. Ojalá no se intoxiquen con su propio veneno. Yo no sabía que estaba en la mira de tanto mediocre que como no puede superarse acumula envidia. Bueno ha sido verlos salir de su cueva de frustración a disparar balas de fogueo contra mi cañón. Advertido estaba por el apóstol Santiago contra los pecados de la lengua, sin embargo, me ha sorprendido verlos cometidos por algunos que se decían mis amigos, incluso mis hermanos. ¡Qué frágiles son las promesas de fraternidad! Si así son las cosas en los pequeños círculos, qué ilusorio resulta el amor a la humanidad.

Sin embargo, las flaquezas de la condición humana sirven como test ácido para el propio comportamiento, de modo que las agradezco. Probablemente estaba necesitando una valoración externa que, por suerte, hoy no tiene base cierta, pero me advierte sobre lo que podría pasarme si abuso en privilegios que no sean los propios de la edad que, sin ser un mérito, concede especiales manifestaciones de afecto que aprovecho para agradecer.

Sigo entonces con la pólvora seca, eliminando canallas con mi cañón de futuro. Afinando, eso sí, la puntería. No estoy en condiciones de desperdiciar municiones, disparando tiros al aire. Hay delincuentes amenazando tomarse la República.