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Por el retorno del Instituto

Avatar del Francisco Huerta

"¡Qué bueno sería recuperar la sede del Instituto Nacional de Higiene y Medicina Tropical a la región donde más se dan esas patologías"

En 1930, el puerto de Guayaquil fue declarado por la Oficina Sanitaria Panamericana, precursora de la actual Organización Panamericana de la Salud (OPS), como puerto limpio de clase A.

El alto reconocimiento, que abría a la “ciudad del río Grande y del Estero” al comercio internacional, le fue concedido en razón del esfuerzo cumplido para erradicar la peste bubónica, el cólera, la fiebre amarilla y el tifus exantemático, patologías vinculadas a las exiguas condiciones de higiene, la abundancia de roedores e insectos vectores como las pulgas, los mosquitos y los piojos.

El ministro de Previsión Social y Sanidad e Higiene de entonces, el doctor Francisco J. Boloña, celebró con justo alborozo el feliz acontecimiento.

Sin embargo, las plagas seguían azotando a la urbe huancavilca y su región. La malaria, la leptospirosis y toda otra suerte de enfermedades producidas por parásitos: gusanos redondos y planos y una amplia gama de protozoarios, llevaron a salubristas, como Leopoldo Izquieta Pérez, a pensar en la urgencia de crear un instituto de Higiene y Medicina Tropical. El sueño se cumplió en 1941, por una ley del Congreso Nacional, durante el gobierno del doctor Arroyo del Río. El Instituto nació adscrito a la Dirección Nacional de Salud, también por entonces con domicilio en Guayaquil.

Cuando van cumplirse 80 años de esa importante iniciativa, bien valdría devolver al INH a su sede original. No fue una razón caprichosa la de fundarlo en Guayaquil. Era una necesidad sustentada en el clima, en la geografía y por supuesto también en la voluntad descentralizadora de los guayaquileños. Yo mismo, en mi ejercicio de ministro de Salud, consideré necesario contar con una subsecretaría en Guayaquil. Lamentablemente, con el paso del tiempo se convirtió en un objeto burocrático sin capacidad para tomar decisiones y toda acción debió de consultarse con Quito. Alto costo en vidas humanas nos ocasionó el malhadado fenómeno durante los inicios de la pandemia. Cuando van a cumplirse 80 años de la creación del INH, valdría remediar el acto arbitrario que lo trasladó y fragmentó.