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Una democracia renovada

Avatar del Francisco Huerta

"Vivimos una grotesca caricatura de lo que debe ser una democracia. Con tener elecciones no basta"

Deben ser las reminiscencias del 4 de Julio, sumadas a las cercanías del 14, lo cierto es que siento la necesidad de reflexionar sobre el futuro de la democracia, no solo como forma de gobierno, sino como forma de vida.

A partir de esas revoluciones surgió la modalidad contemporánea de la invención griega que, sin duda, está requiriendo refacciones, puesto que no cumple la tercera condición que le asignó Lincoln: gobierno para el pueblo.

Los partidos políticos secuestraron esa categoría y la pusieron a su servicio. Por eso los ciudadanos no sienten el beneficio de la democracia y dejaron de creer en ella.

Con algo de pan y mucho circo les basta, aunque no tengan libertades. No debería ocurrir así porque las libertades sin pan, sin salud, sin educación, sin empleo, sin seguridad, no tienen significado; sin embargo, así sucede.

Las libertades son entonces, ahora, un lujo para intelectuales románticos, imbuidos en el modelo de “dos hombres dignos del nombre de hombres”: Don Quijote y Sancho, visión que entre nosotros encontró correspondencia en el Cervantes americano cuando expresaba: “el hombre que no tiene algo de Quijote, no merece el aprecio de sus semejantes” y más en el existencialismo de nuestro tiempo que se atrevió a proclamar, lleno de arrogancia o de angustiosa búsqueda que: “cuando la libertad ha estallado en el alma de un hombre, los dioses son impotentes contra él” o que: “el hombre está condenado a ser libre”.

Tarea de estos días es devolverle sentido al uso y goce de las libertades, participando activamente en la vida política desde las organizaciones ciudadanas, desde los agrupamientos con ideales y propósitos comunes, para recuperar a la democracia como valor. A los líderes de los partidos políticos, que los desvirtuaron hasta hacerlos irreconocibles, les creció la nariz como a Pinocho por la cantidad de promesas incumplidas, por la magnitud de sus mentiras, y ya nadie les cree. (Pienso con el deseo, si hasta a don Naza le creen).

En todo caso, la alternativa es: o recuperamos a la democracia o una nueva clase de delincuentes políticos asaltará el poder.