Un terremoto cada día

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'Hoy, con la pandemia del Covid-19, estamos recibiendo los efectos de un terremoto cada día, en el que no podemos siquiera vislumbrar un desenlace'.

Hoy hace cuatro años, un fuerte terremoto se llevó cientos de vidas en el país ¿Cuántas exactamente? Imposible saberlo. También en aquel momento, al igual que hoy, lo que menos brilló fue la transparencia de la información, tanto sobre la misma catástrofe como sobre el manejo y destino de los fondos de la reconstrucción.

Hoy, con la pandemia del Covid-19, estamos recibiendo los efectos de un terremoto cada día, en el que no podemos siquiera vislumbrar un desenlace y en el que, al igual que en el 2016, muchas vidas se hubieran conservado con un manejo responsable. ¿Por qué irresponsable? Porque en el año 2017 la inversión en salud en el país fue de 306 millones dólares, en el 2018, 201 millones y el 2019 apenas 110 millones y porque aun en estas circunstancias se ha privilegiado el pago de la deuda sobre la vida.

Lo único que nos hace entender lo de hace cuatro año, y lo de hoy, es que la vida es breve, que somos frágiles ante las catástrofes y que hoy, al igual que antes, no hay transparencia, que desconfiamos de las decisiones de las autoridades y que nos sentimos, en gran medida, desamparados.

A finales del siglo XVII, y cuando se percataba que el final de su vida se acercaba, Francisco de Quevedo, el más importante escritor del barroco español, escribió su soneto “Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió”. En este reflexionaba en cómo la vida había pasado sin que se diera cuenta: “¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde? / ¡Aquí de los antaños que he vivido!”. Ahora que la salud lo había abandonado se encontraba cerca de su final. “¡Que sin poder saber cómo ni a dónde / la salud y la edad se hayan huido!/ Falta la vida, asiste lo vivido, / y no hay calamidad que no me ronde”. Y culminaba, genialmente: “Ayer se fue; mañana no ha llegado; / hoy se está yendo sin parar un punto: /soy un fue, y un será, y un es cansado. /En el hoy y mañana y ayer, junto/ pañales y mortaja, y he quedado /presentes sucesiones de difunto”.

Así es, la vida es breve y hoy, más que nunca, la estamos viviendo un día a la vez.