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Otro patrimonio en abandono

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Con un poco de criterio y sensibilidad bien podría destinarse para albergar un museo de anatomía o de historia de la medicina de Guayaquil, tal como tienen Quito y Cuenca

Hace pocos días el Dr. Fernando Mancero nos alertaba del estado de abandono en el que se encuentra el edificio del antiguo anfiteatro de la ciudad, ubicado junto al Cementerio de los Extranjeros. No es la primera vez en la que Fernando nos advierte sobre la situación de edificaciones de valor patrimonial que han caído en el olvido y en el desinterés por mantenerlas por parte de sus propietarios y responsables. Ya lo hizo hace más de un año sobre la antigua Aduana de Fierro, la edificación más antigua de la ciudad, que se encuentra dentro de los predios de Astinave y sobre la cual no hay hasta el momento ningún plan para preservarla.

En el año 1919 se inició la construcción del anfiteatro anatómico destinado a la formación de los estudiantes de medicina, cuya escuela funcionaba en ese entonces a poca distancia en el actual Campus Politécnico de Las Peñas. El terreno fue donado por la familia Nevárez Pombar y se pudo concretar su edificación gracias al impulso económico del Dr. Julián Coronel, médico guayaquileño y exrector de la Universidad de Guayaquil. El edificio fue levantado por etapas a lo largo de más de una década, con algunas transformaciones menores en su configuración exterior y se le impuso el nombre de Anfiteatro Anatómico Julián Coronel, en honor a su benefactor.

El gran destructor de nuestra memoria material a lo largo de la historia de la ciudad ha sido el fuego, pero sobre él ha estado la desidia y desinterés sobre la conservación de nuestro legado patrimonial. En el edificio del anfiteatro se formaron a lo largo de décadas miles de estudiantes del área de la salud. Su ubicación también es privilegiada, junto al Cementerio Patrimonial, por lo que perfectamente pudiera integrase a un circuito turístico histórico de la ciudad. Su estado actual es de abandono. El no tener cubierta lo hace frágil ante los embates climáticos por lo que su preservación es urgente. Con un poco de criterio y sensibilidad bien podría destinarse para albergar un museo de anatomía o de historia de la medicina de Guayaquil, tal como tienen Quito y Cuenca.