Una nueva modernidad

Pasó ya la época de privilegiar al vehículo, hoy es la época de devolver la ciudad al ciudadano.
En un artículo publicado en 1919 en la revista Semana Gráfica -hace poco más de un siglo-, Gerardo Gallegos describía así a la “moderna” ciudad de Guayaquil de la época: “Es la urbe que comienza a dar forma en sus calles, en sus paseos y en sus avenidas al espíritu de su pueblo; a expresar en su aspecto material el alma guayaquileña plena en la tradición que vive en la evocación de sus barrios legendarios, a expresar la inquietud, el dinamismo, la modernidad, en sus edificios de arquitectura siglo actual y en sus anchas avenidas asfaltadas que avanzan de norte a sur y de este a oeste, transformando en muy modernas las antiguas, agrietadas y polvorosas y casi intransitables en invierno calles guayaquileñas”. Sobre esas nuevas avenidas y calles asfaltadas se desplazaba el símbolo por excelencia de la modernidad y el dinamismo: el automóvil.
Cien años atrás el ser moderno se traducía en incorporar los carros a las calles. Mientras más vehículos, éramos más modernos. Los vehículos iban desplazando poco a poco a los peatones al dejar de ser la calle un espacio público para transformarse en una arteria de circulación. Había la necesidad de tener calles amplias ya que se tenía que incorporar a más autos, por lo que las aceras se reducían y reducían. Mientras más se ampliaban las calles y las autopistas, el tráfico se incrementaba más y más, tal como decía el urbanista norteamericano Lewis Mumford: “Aumentar el número de vías de una autopista para reducir la congestión vial es como aflojar el cinturón para resolver la obesidad”.
Hoy las ciudades están cambiando y la visión sobre ellas también. En el mundo pospandemia resulta inexacto hablar de encontrar la manera de vivir una nueva normalidad. Pensemos mejor que estamos entrando a una etapa de una nueva modernidad que se traduce en que el ciudadano, y no el vehículo, vuelve a ser el eje y depositario de las acciones municipales con el fin de darle una mejor calidad de vida. Pasó ya la época de privilegiar al vehículo, hoy es la época de devolver la ciudad al ciudadano.