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Florencio Compte Guerrero | No te metas con Zoh(r)an

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Solo el tiempo dirá si podrá cumplir con su programa y cuál será el efecto de su elección

En el año 2008 se estrenó la película No te metas con Zohan, comedia satírica protagonizada por Adam Sandler, en la que un soldado israelí de élite, cansado de la guerra, finge su propia muerte para viajar a Nueva York y cumplir su sueño de convertirse en peluquero de mujeres.

Esa es la ciudad de Nueva York, la más poblada de Estados Unidos, donde se va en busca de cumplir los sueños; la ciudad diversa y multicultural. Sublime y abyecta a la vez, el centro financiero, cultural y la capital del mundo; la que asombra con su arquitectura, la que huele a marihuana, pero también la ciudad desigual y de enormes contrastes.

Es en ese contexto donde ha sido electo Zohran Mamdani, de 34 años de edad, con un programa socialdemócrata (no comunista, como maliciosamente dice Trump) con propuestas concretas, entre otras: congelar los arriendos de viviendas reguladas, un amplio programa de construcción de viviendas sociales, crear guarderías públicas, transporte público gratuito, tiendas de comestibles estatales en los barrios donde no existen. Para ello propone reducir la burocracia y mejorar la recaudación de impuestos. Propuestas que ya se vienen ejecutando desde hace años en muchas ciudades europeas desarrolladas (y capitalistas, vale aclarar) en pos de mejorar la vida de sus ciudadanos. Con ese programa y con una campaña sorprendente, novedosa y exitosa, de llegada directa al votante, Mamdani supo conectar con las necesidades y los problemas de los habitantes de la Gran Manzana, habiendo recibido, incluso, la tercera parte de los votos judíos (a pesar de su condición de musulmán) y de las minorías étnicas, y aplastado con más del 50 % de la votación a sus principales oponentes: Sliwa, republicano, y Cuomo, candidato independiente, quien recibió, de no muy buen modo, el apoyo de Trump.

Solo el tiempo dirá si podrá cumplir con su programa y cuál será el efecto de su elección sobre la errática política actual de Estados Unidos y sobre los propios demócratas, además de que mucha tinta correrá sobre su ‘marketing’ político. Lo cierto es que, por ahora, es mejor no meterse con Zohran.