Florencio Compte Guerrero | Los primeros barrios modernos de Guayaquil

El primer barrio de concepción moderna de la ciudad fue el Barrio Orellana, destinado a la clase media guayaquileña
Hasta finales del siglo XIX los barrios que eran identificables en Santiago de Guayaquil provenían de la herencia colonial y eran definidos por su ubicación geográfica, su afinidad tipológica, su identidad cultural y su sentido de pertenencia y de comunidad entre sus moradores. Si bien se considera al Barrio del Centenario como la primera urbanización planificada del siglo XX de Guayaquil, en realidad, la tal planificación se limitaba a la dotación de los servicios básicos y al trazado de las calles, ya que el barrio no contaba con ningún espacio público ni áreas verdes.
El primer barrio de concepción moderna de la ciudad fue el Barrio Orellana, destinado a la clase media guayaquileña, como respuesta a la necesidad de dotar a los empleados del municipio de un lugar residencial con un tipo de vivienda unifamiliar construida en cemento. El barrio se empezó a construir en 1948, en un sector de la ciudad que se encontraba dentro de los límites urbanos, en una zona atravesada por un grueso ramal del estero Salado y, en parte, cubierta por manglares, ubicado entre las calles Quisquís, Manuel Galecio, Piedrahita, Avenida del Ejército y el estero Salado. El barrio, a través de los años, ha logrado mantener el esquema urbano con el que fue diseñado originalmente.
No fue sino hasta la década de 1950, cuando desde la empresa privada, se vio la oportunidad de desarrollar un proyecto urbanístico y residencial moderno que tuviera todos los servicios: áreas verdes, espacios públicos, escuelas y colegios, cine, iglesia y comercio, al servicio de una comunidad moderna y autónoma. Fue la visión comercial del ingeniero civil Julio Vinueza Moscoso, de Ernesto Estrada Ycaza y del empresario chileno Jacobo Ratinoff, con la propuesta de los arquitectos Alamiro González, Rafael Rivas Nevárez y Modesto Luque, bajo la dirección de la constructora Edificaciones Ecuatorianas. Esta conjunción de visiones posibilitó que naciera Urdesa, en un terreno pantanoso, aledaño al estero Salado, sobre una extensión de 3’000.000 de m² comprados a la Junta de Beneficencia de Guayaquil.