Florencio Compte Guerrero | Guayaquil: del embellecimiento a la planificación
El concepto de planificación urbana no estuvo presente sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial
Entre los siglos XIX y XX, la conciencia paisajística pasó de los aspectos estéticos a la superación de los problemas sanitarios y de apertura a la modernidad, con la incorporación del urbanismo como disciplina y la planificación, en búsqueda de contar con ciudades más ordenadas. En esa línea, Guayaquil, así como otras ciudades del país, no se quedó atrás.
Desde 1912 se pensó en el mejoramiento estético a través de la conformación de un Junta de Embellecimiento que tenía como fin el “Propender por todos los medios posibles al embellecimiento de la ciudad, tratando de mejorar las actuales construcciones y formando proyectos de ordenanzas para las que se hicieren en adelante, sobre todo en lo tocante a higiene y ornamentación”.
El 16 de octubre de 1915 se había declarado al 9 de Octubre de 1820 como fiesta nacional y se decidía la conmemoración de su primer centenario. Se estableció que para su celebración se orientaría la obra pública hacia el saneamiento, el embellecimiento y el ornato. Para ello se conformó la Junta Patriótica para la celebración del Centenario del Nueve de Octubre, que debía encargarse de la generación de proyectos de mejoramiento de la infraestructura sanitaria y de propuestas de estética urbana.
El concepto de planificación urbana no estuvo presente sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtió en un campo profesional y se empezaron a establecer departamentos que prepararan a las ciudades en la toma de decisiones sobre la distribución del uso del suelo, infraestructura, transporte, vivienda, servicios públicos, medio ambiente, entre otros, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes y promover un crecimiento urbano sostenible.
En 1945, la Ley de Régimen Municipal impuso la obligatoriedad de un Plan Regulador que se concretara en un plano urbano que considerara los factores sociales y económicos. De esta manera, en 1946 se publicó el plano general de Guayaquil que, si bien no respondía a un plan regulador, indicaba una serie de proyectos de importancia que estaban en proceso de emprenderse.