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Florencio Compte: ¿De quién es la ciudad?

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Tomemos como ejemplo a Guayaquil. No ha sido presentado un plan urbano con programas, acciones y obras articuladas

Aparentemente esta pregunta debería tener una única respuesta: la ciudad es de los ciudadanos, sin embargo, esta viene asociada con otra pregunta cuya respuesta no es tan clara: ¿para quién se planifica la ciudad? Antes de responderla habría que conocer si es que en la ciudad a la que estamos haciendo referencia hay un plan que oriente su crecimiento, su desarrollo, su presupuesto y la obra pública. Si la respuesta a esta pregunta es positiva tendríamos que saber si es que esa ciudad se la ha planificado en función del ciudadano o del vehículo. En caso de que la respuesta fuera negativa, al menos se requiere conocer si las obras -muchas o pocas- que se estén ejecutando hayan sido pensadas en función del bienestar integral del ciudadano o para dar facilidad a la movilidad de los automóviles.

Tomemos como ejemplo a Guayaquil. Hasta ahora, que se conozca, no ha sido presentado un plan urbano con programas, acciones y obras articuladas que vean a la ciudad de manera integral. Lo que sí se ha presentado son un conjunto de pasos a desnivel -eufemísticamente llamados soluciones viales integrales- que apuntarían a resolver el flujo vehicular en sectores puntuales de la ciudad. El problema es, sin embargo, que mientras en muchas ciudades del mundo se están dejando de construir ese tipo de puentes dentro de los límites urbanos, aquí se insiste en hacerlos a pesar de su alto costo, del impacto negativo que se genera durante su construcción y en el entorno urbano, y de su poca eficiencia para solucionar el tráfico.

El urbanista y arquitecto danés Jan Gehl, en su obra Ciudades para la gente, plantea la necesidad de planificar las ciudades para las personas y no para los automóviles. Indica Gehl que esa planificación debe hacerse desde una visión humanística y pragmática, que se centre en la creación de espacios urbanos verdes, seguros y accesibles, diseñados para fomentar la vida comunitaria, la cohesión social y el bienestar y la salud de los ciudadanos.

Aún es tiempo de incorporar esa visión en un plan que se presente al conocimiento y debate de la ciudadanía.