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En la recta final

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"Habrá que ver, luego de verificados los escrutinios, si toda la gente de poncho y alpargatas acató la orden de su dirigencia"

Estamos “de la ceja al ojo”, muy cerca del momento en el que el pueblo ecuatoriano elegirá para los próximos cuatro años a sus nuevos mandatarios. Mañana terminará el plazo que el CNE dispuso e impuso para llevar a cabo la campaña electoral para que los dos finalistas que entran al balotaje hagan sus ofertas y promesas que, por supuesto, son hiperbólicas , en la necesidad de captar a su favor los millones de sufragios de los compatriotas que constan en el padrón electoral. Queda, pues, muy poco por decir y ofertar en este proceso comicial en el que la centroizquierda virtualmente quedó eliminada por el populismo correísta y la derecha de la coalición CREO-PSC. Ello aunque los primeros aparezcan (sin decirlo) como los representantes del socialismo del siglo XXI (falsa izquierda) que tan malos ejemplos y evidencias nos han dado desde la patria de los libertadores y la de César Augusto Sandino y hasta del país de San Martín y Sarmiento. A la única que le tocaría “sacar la cara” por el sector zurdo sería la Izquierda Democrática, que tuvo una aceptable e insospechada votación en los comicios de primera vuelta, ubicándose tras Pachakutik en el cuarto lugar entre los 16 binomios puestos a consideración del electorado. Hay diversas opiniones desde este lado de la política frente a la postura del presidenciable Xavier Hervas, de sumarse a la candidatura del banquero Lasso como un desesperado recurso del “mal menor” para evitar el regreso del correísmo al poder. Un fenómeno similar al de Hervas, pero en sentido contrario, es el de Jaime Vargas, hasta hace poco #1 de la Conaie, a quien los organismos indígenas han declarado traidor por darle su apoyo incondicional al candidato de UNES, delfín de quien precisamente desde el poder persiguió al indigenado.

La dirigencia indígena, que continúa acusando al CNE y al TCE de haber fraguado un fraude en su contra eliminando a Yaku Pérez al negarse al revisar las miles de actas que presentaron con supuestas inconsistencias, ha tomado partido por el voto nulo como forma de protesta. Habrá que ver, luego de verificados los escrutinios, si toda la gente de poncho y alpargatas acató la orden de su dirigencia. De portarse disciplinados la cifra del “antivoto”, si se suma al ya subido porcentaje que se dio en febrero, sería la más alta en la historia electoral de Ecuador.