Fausto Ortiz: Llaves y candados

Ubíquenlo en la ley y no por eso seguiremos dolarizados hasta el fin de los tiempos
La pelea debe estar dura, no se quiere perder un solo voto por el fantasma de la desdolarización. Es clara la intención de sacar al dólar de la contienda política al pretender, 17 años después de la Asamblea Constituyente, ubicarlo como moneda nacional.
Antes del 2000 nuestra economía estaba dolarizada y no necesitó ninguna ley para que los ciudadanos ahorraran en dólares, los bancos otorgaran créditos en dólares y ya buena parte de nuestras actividades diarias se transaban en dicha moneda. Bajo la presidencia de Gustavo Noboa se instrumentalizó lo que ya venía ocurriendo en todo el país. No empezamos a usar dólares porque a alguien se le ocurrió ubicarla en ley, ni tampoco seguiremos dolarizados porque a otros se les ocurra aprobarlo en la Asamblea Nacional. Siempre dependerá de un manejo adecuado de políticas públicas, en especial las económicas.
Hay que recordar el orden de las cosas cuando perdimos la moneda ya que, igual que en muchas circunstancias, como se hacen las cosas, se deshacen.
Nos fue bien dolarizando en el 2000 porque en los años siguientes nos fueron acompañando algunos factores. El dólar entró en una zona de depreciación (hizo fuertes las monedas de nuestros vecinos) y no nos complicó la competitividad en el comercio exterior. Las tasas de interés internacionales abandonaron sus elevados niveles. El precio del petróleo, que llegó a ubicarse por debajo de diez dólares en 1999, se recuperó y volvió a ser una fuente relevante de divisas. Volvimos a tener acceso a financiamiento internacional a la par que se achicó la deuda pública total.
El dólar llegó como consecuencia de nuestra incapacidad como país de manejar adecuadamente la política monetaria que a manos llenas financió los desequilibrios fiscales. Complejo especular si estuviéramos mejor si hubiéramos contado con un Banco Central fuerte, independiente y alejado del sometimiento a la política populista de turno. A las finales, al dólar, lo tenemos y lo queremos.
Sin embargo, quererlo no basta. Se le puso una gran camisa de fuerza, pero lograron aflojarle varias correas. Se rompió el concepto de Libre Disponibilidad de la Reserva Internacional y hoy no brinda 100% de respaldo a los depósitos que recibe el Banco Central. Vive con ese golpe, pero lo ha asimilado, intentando incrementar su actual nivel de 60%, que cubre la totalidad del encaje bancario y a varios otros ‘depositantes’. El BCE está a la espera de recuperar algunos miles de millones en bonos de deuda interna que le dejaron a cambio de dinero y unas acciones que recibió a cambio de bonos de deuda interna.
Tatúatelo y no por eso será tuyo por siempre. Ubíquenlo en la ley y no por eso seguiremos dolarizados hasta el fin de los tiempos. Se requiere un manejo profesional, alejado de las calenturas políticas y las campañas electorales.
Hoy el BCE tiene a las Reservas Internacionales bajo siete llaves.
Para que cualquier ministro de Finanzas pueda hacer uso de recursos que no le pertenecen debe pasar una ley que anule la prohibición actual que tiene el BCE de comprar, canjear, aceptar en pago, o bajo cualquier otra forma, bonos del Estado a cambio de su liquidez expresada en las Reservas Internacionales. La composición de la Asamblea es un nuevo candado.