Romance inesperado

Avatar del Diana Acosta

Pocos días atrás leí un artículo de este diario que revelaba un romance inesperado entre el partido Social Cristiano y los correístas, debido a la coincidencia que tenían ambas fuerzas políticas en las votaciones y posiciones que estos tomaban al interior de la Asamblea.

Es importante desnudar los objetivos de tan peculiar y antinatura unión. Uno de ellos, el más inocente, podría ser que ambos han decidido estar en el lado duro opositor contra el Gobierno y por esto se dan las “similitudes” en las decisiones que toman ambas bancadas. Otro podría tratarse de un pacto de no agresión; es importante leer entre líneas y con malicia cuando se dan este tipo de situaciones. Deberíamos preguntarnos qué motivaciones tienen estos grupos para andar juntos sin que parezca que estén revueltos; quizás tengan millones de razones que ellos conocen del uno y del otro que nosotros no. Como es evidente, los líderes de ambos partidos andan huérfanos de puestos de elección popular, por lo que tienen el tiempo necesario para armar sus estrategias encaminadas a permanecer en la vitrina política y tratar de conservar y fortalecer sus opciones electorales. Sus estilos, principios y pensamientos son diametralmente diferentes, pero muy probablemente, tengan el mismo objetivo, regresar a ocupar posiciones de poder en el país.

Lo que sí está claro es que el tablero electoral de Correa es complejo. Veremos los movimientos que tomarán la Fiscalía y el poder Judicial para hipotecar el futuro político del bilingüe del ático.

Con esta “sociedad” tan suigéneris, nos toca tener los ojos bien abiertos para discernir qué se traen entre manos y por qué tan particular ñañería de mal gusto.

El fin no justifica los medios y menos cuando está en juego el futuro de un país. El líder de la banda y sus acólitos deben pagar por todos los delitos cometidos, sin que nadie trate de poner paños de agua tibia para aliviar las sanciones que merecen. Cuidado lo premian, dejándolo como víctima en el “exilio” y aislándolo, por pensar que es una de las piedras más duras de roer en las próximas elecciones.