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La danza de los votos

Avatar del Diana Acosta

Las razones para enjuiciar políticamente, no jurídicamente al presidente, sobran, pero los iluminados escogieron el peor motivo para procesarlo

El escenario del juicio político contra el presidente Lasso luce como uno de comensales revisando la carta, donde las opciones que tienen son: a favor, en contra o muerte cruzada.

Con este limitado menú manejado por unos paupérrimos chefs, el juicio está caído. El ministro de Gobierno logró con ‘negociaciones’ conquistar a algunos de sus excoidearios para que, sin conciencia, les saquen la lengua a sus caciques y se bajen de la camioneta, junto a otros numerosos votos de una confusa ID, unos cuantos de Pachakutik y un buen grupo de los independientes, que han manifestado su decisión de no votar a favor del proceso, con lo que ya no cuentan con el número quimérico para echar al presidente.

Los vocingleros de UNES, al ver este desenlace, insisten en recomendar su plato favorito, la muerte cruzada, soñando utópicamente con elecciones anticipadas en las que especulan tener grandes posibilidades debido a los resultados de las últimas elecciones seccionales. Pero para su desdicha, nadie más quiere este plato, ni siquiera el Gobierno, que siempre amenaza con aplicarla pero se acuerda de que sería un suicidio político y se le pasa. Ellos saben que de darse elecciones anticipadas obtendrían una liliputiense participación en el accionar político nacional.

Sí, el juicio político está caído, solo queda un circo con participaciones ridículas de los interpelantes que leen mal y hablan peor, para nadar en un océano de ignorancia, sin pudor ni reparo.

Las razones para enjuiciar políticamente, no jurídicamente al presidente, sobran, pero los iluminados escogieron el peor motivo para procesarlo.

Es hora de bajar esa descontrolada adrenalina electorera que a muchos se les subió con la probable remoción del presidente, pues lo que manda dentro de un juicio político son los votos y no los tienen.

En este juicio no triunfará quien mejor defienda al acusado o lo mal que actúe la parte acusadora; al final, la votación no será con base en la ‘magistral conclusión”’ de la comisión interpelante, sino de las prebendas y concesiones que se negocien alrededor de la danza de los votos.