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Colorín colorado

Avatar del Diana Acosta

El dictamen de admisión de la Corte no es una sentencia y el ejecutivo lo sabe

Para los pseudo-penalistas y “opinólogos”, que piensan que el fallo de la Corte Constitucional es una sentencia penal, la alta Corte les recordó que el “juicio político constituye la mayor expresión del ejercicio de la facultad de fiscalización y control político de la Función Legislativa”; esencial en democracia.

La decisión de la Corte demuestra, una vez más, la solvencia intelectual de sus miembros, a través de una motivación apegada a la Constitución y no al Código Penal, admitiendo la solicitud de juicio político por el presunto delito de peculado, por observar “prima facie, que los actos de corrupción habrían sido puestos en conocimiento del presidente, quien los habría ignorado”, “donde incluso habría una posible vinculación del cuñado del presidente”.

Sin embargo, no todo está perdido. El dictamen de admisión de la Corte no es una sentencia y el ejecutivo lo sabe.

La pelea recién empieza y el gobierno, además de defender su posición dentro de la Asamblea, tratará de hipnotizar con ademanes y manejo político, a cuantas almas pueda para que voten en contra de su juicio político.

El gobierno domina perfectamente la estrategia para volver a salvarse de la destitución. Sabe que no dependerá exclusivamente de las pruebas, ni de los argumentos que expondrá ante una mediocre y deslegitimada Asamblea, sino de los votos que pueda conquistar. El problema es que, por la coyuntura, algunas almas tienen sus pactos establecidos, por lo que estarán más exigentes y pocas querrán congraciarse con el acusado.

La estrategia que antes usaron, y van a repetir, es la denuncia pública por actos de corrupción en contra de algunos asambleístas, para con la presión voltear sus voluntades, para acto seguido pedirles disculpas públicas y solicitar a la fiscalía el archivo de sus causas.

Pronto confirmaremos si la Asamblea, además de incompetencia, tiene la moral distraída, en caso de que no logren llegar a los votos amarrados para bajarse al ejecutivo, con lo que todo lo afirmado habrá sido parte de un cuento mal contado, donde colorín colorado, el ejecutivo se ha salvado.