Club de amigos

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Resaltar que la norma laboral protege en demasía al trabajador solo desnuda la ignorancia de sus convidados.

Decepciona, aburre e indigna ver como ciertos medios de comunicación social de radio y televisión hacen de sus negocios un club de amigos, donde se reservan el derecho de admisión sobre la opinión que les conviene recibir y publicar. Hay empresarios y políticos que dicen y aparecen a su antojo en determinados medios, donde la relación cercana destila a borbotones en la pantalla. 

Los medios de comunicación deben cumplir la función social de informar la verdad con imparcialidad, sin manosearla para inducir a la confusión de sus seguidores. Un ejemplo es la palestra que ofrecen a los auspiciantes de una serie de reformas laborales que, sin una reforma constitucional, no llegarán. 

Exponer mediante sus “amigos” invitados una sola parte de la medalla es una falta de respeto para el pueblo ecuatoriano. Escuchar a ese grupito de opinólogos y nescientes laboralistas decir que el Código de Trabajo tiene que ser reformando para que ayude a los empresarios, constituye una soberana estulticia. Resaltar que la norma laboral protege en demasía al trabajador solo desnuda la ignorancia de sus convidados. 

El Código del Trabajo tiene un solo fin: proteger al trabajador frente al abuso de su patrono, y por ello sus normas son pro-operarias, siempre a favor de la clase más débil de la relación laboral. Pretender cambiar esta realidad que es producto de luchas y conquistas es simplemente inconstitucional. 

Como docente de la universidad más grande del país, tengo la oportunidad, en mis cátedras de Derecho del Trabajo, de escuchar cómo mis alumnos rechazan tales pretensiones arengadas desde el Ejecutivo en apoyo a los infames anhelos de sus amigos empresarios, cuyo único afán es enriquecerse en desmedro del pueblo obrero. 

Si el Gobierno necesita apoyar a sus amigos propietarios de medios de producción, debería en su lugar proponer a la Asamblea un nuevo Código del Empresario, donde les condonen impuestos o incrementen subsidios, pero en ningún caso perjudicar los derechos de quienes aspiran a un trabajo digno, que resulta ser la mayoría del pueblo ecuatoriano.