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Diana Acosta-Feldman | ¿Y la paridad?

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La Corte Constitucional ha reiterado que la paridad de género es un principio transversal y vinculante

En el Ecuador, la paridad de género no es un favor ni un acto de caridad; es un mandato constitucional.

Nuestra Constitución reconoce el derecho a la participación en igualdad de condiciones y ordena expresamente la paridad entre mujeres y hombres en todos los niveles de representación y designación pública, de tal manera que no se trata de una opción, sino de una obligación.

Por ello, resulta indignante y jurídicamente inaceptable que el inoperante e indiciado Consejo de Participación Ciudadana haya designado a los vocales del Consejo de la Judicatura violando este mandato. De los cinco vocales principales, cuatro son hombres y solo una mujer. Esa composición es, sencillamente, una afrenta al principio de democracia paritaria.

Soberana inconstitucionalidad ha motivado una acción de protección con medida cautelar contra la espuria designación, por considerarse que viola el principio de paridad de género. Lo que persigue esta acción es que se respete el mandato de alternancia y equidad en la conformación de los órganos de poder, tal como lo prescribe nuestra Constitución, y por ello, esperamos que la Jueza que conoce la acción, no sucumba ante las presiones y exija el cumplimiento efectivo del principio de paridad de género en la integración del entredicho Consejo de la Judicatura.

La Corte Constitucional ha reiterado que la paridad de género es un principio transversal y vinculante, aplicable a todos los órganos de poder, sin excepción, y por ello la actual conformación del Consejo de la Judicatura constituye un retroceso en la lucha por la igualdad.

Los principios no se negocian; la paridad de género no es una cuota decorativa ni un favor político; es una garantía democrática destinada a corregir siglos de exclusión.

Esta acción de protección representa más que un reclamo; es la voz ciudadana que exige coherencia institucional, porque cuando el poder olvida la igualdad afectando a las mujeres, debemos recordárselo, para que sepa que la mujer no es más una figura decorativa sino, por el contrario, uno de los puntales de la sociedad moderna.