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Diana Acosta-Feldman | El juego de la silla

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La Función Judicial está en crisis y la muestra la tenemos en el comportamiento de quienes la dirigen

Mala cosa para los ecuatorianos que, en medio de las situaciones álgidas que vivimos, tengamos que ser testigos de cómo en el máximo órgano de administración de justicia ordinaria del país se pone a practicar el juego de la silla, caminando alrededor de la presidencia de la Corte Nacional de Justicia para ver quién se la queda, con un apresurado arranchón y aduciendo lo que a cada interesado le parece.

La Corte Nacional de Justicia tiene funciones importantísimas, como conocer los recursos de casación y de revisión de un gran número de casos de alta importancia, desarrollar los precedentes jurisprudenciales fundamentados en los fallos de triple reiteración, conocer las causas contra los servidores públicos que gocen de fuero, y esto no es poca cosa, considerando que debido al caso Metástasis habrá una buena cantidad de corruptos que serán juzgados por la alta Corte.

Si bien le corresponde al pleno de la Corte elegir de entre sus miembros a su presidente cada tres años, no puede ser que por la falta de acuerdos tengamos esta vergonzosa pelea pública, donde ahora está entrometido hasta el Consejo de la Judicatura.

Esta pugna por la presidencia de la Corte, cargada de revancha, codicia y ‘amarre’, nos deja a los ciudadanos en indefensión e incertidumbre, pues la falta de acuerdos y consensos para elegir a quien presida la Corte Nacional de Justicia, que se ventilan públicamente, nos envía un mensaje de falta de unidad y de que la institucionalidad del Poder Judicial está en ruinas.

Me pregunto: ¿a quién o a quiénes les conviene este juego de la silla? Seguro que a muchos con poder que no quieren ser alcanzados por sentencias acusatorias producto de actos reñidos con la ley y las buenas costumbres.

La norma es clara: cuando una autoridad no ha podido ser legalmente reemplazada debe ocurrir la prórroga en sus funciones y a ello deben ceñirse, nos guste o no.

La Función Judicial está en crisis y la muestra la tenemos en el comportamiento de quienes la dirigen. Es hora de que retomen la sensatez y se pongan a la altura de lo que nuestro país demanda.