Diana Acosta-Feldman | Crímenes de odio

Debemos ser empáticos y ponernos en los zapatos de otras comunidades
Los crímenes de odio en el mundo deben ser sancionados con las leyes más severas en las sociedades civilizadas, para la preservación de los valores de una convivencia pacífica.
La semana pasada recibimos una noticia que recorrió el mundo. En la ciudad de Washington se perpetró un cobarde y violento asesinato que enlutó a toda la comunidad judía, un acto de antisemitismo y odio en contra de una pareja de jóvenes judíos diplomáticos que trabajaban en la embajada de Israel, al salir del Museo Judío.
Este horrendo crimen ha merecido el rechazo de líderes mundiales, entre ellos, el presidente Donald Trump, quien afirmó que “el antisemitismo, debe terminar ¡YA! El odio y el radicalismo no tienen cabida en EE.UU.”. Con el mismo tono, la alta representante de la Unión Europea, Kaja Kallas, declaraba que “en nuestras sociedades, no hay ni debe haber lugar para el odio, el extremismo o el antisemitismo”, pues nada justifica estos actos de barbarie.
A nivel global los delitos de odio y los actos terroristas nos siguen golpeando como una plaga que se expande, por lo que debemos ser intolerantes ante toda manifestación de odio y violencia para no permitir que continúe su expansión desenfrenadamente.
El antisemitismo ha vuelto con fuerza y no podemos consentir que el odio a los judíos y los horrores del pasado regresen, pues ese delito atenta contra toda una nación por el simple hecho de existir y pertenecer a una determina comunidad o religión.
El antisemitismo es un mal que debe ser erradicado del mundo y necesita líderes comprometidos que, con fuerza e intolerancia, combatan y exterminen este mal de raíz, pues estos execrables delitos no están ocurriendo en zonas de guerra, sino hasta en la paz de las comunidades.
Si bien, felizmente, en Ecuador no hemos llegado a esos extremos de asesinar por odio a razas o creencias, como acontece en otras latitudes, debemos ser empáticos y ponernos en los zapatos de otras comunidades y preguntarnos desde el fondo de nuestro corazón: ¿si fuera nuestra comunidad a la que quieren exterminar, entonces, ¿cuál sería nuestra respuesta?