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Triste estreno

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Si se indaga primero en el móvil será fácil buscar a los verdaderos asesinos

Creo que está en sintonía mi presentación, hoy, como colunmista de Expreso; buenos días Ecuador, con el epígrafe que periódicamente dejará impresa mi opinión. El Extranjero es un tema del egipcio-francés Georges Moustaki, que vio la luz en 1968 y que desde entonces es un referente mundial de la canción protesta. Aplico, claro está, imaginativas comparaciones para encajar los paralelismos que, en realidad, se acomodan sin dificultades: soy un extranjero con facha de extranjero que siente Ecuador como si fuera suyo. Soy un periodista libre e independiente, en consecuencia con nacionalidad única en la patria universal del interés público. Soy un explorador, el trotamundos que un día llegó a este país y se embelesó con la alegría espontánea que se vivía en él. Es suficiente para teñir en tricolor una parte del corazón, aunque el corazón debute hoy aquí en total quiebra.

Me ha sorprendido el asesinato de Fernando Villavicencio ultimando estas líneas. Estoy angustiado. Eleva el rango de la violencia en el país por tres razones. Una: porque roza el magnicidio. Dos: porque presenta a un sicariato de mayor arrojo y peligro, capaz de atentar en las mismas narices de la escolta policial que protegía a un candidato presidencial en primer plano de relevancia. Tres: porque siembra sospechas sobre la penetración del crimen organizado en las estructuras del Estado.

Llueven ahora las especulaciones sobre la autoría intelectual del vil crimen. Villavicencio llevaba años denunciando escándalos y corruptelas como un martillo pilón, ¿por qué matarlo en este momento? Si se indaga primero en el móvil será más fácil buscar a los verdaderos asesinos. Cerrar los casos con atribuciones etéreas y recurrentes lleva a ninguna parte. Moustaki se cobijó en su facha de extranjero para censurar lo innoble de la Francia que amaba. No importa tanto lo que eres, sino lo que sientes. Yo siento que al Ecuador, indefenso y doliente, le sobra palabrería y solo quiere, clama, implora, por alguien con ganas que devuelva al país la alegría y la vida que le han ido robando.