Columnas

La náusea

Pareciera que el Gobierno del encuentro ha perdido el rumbo o ha perdido el control; no logra cumplir aquello para lo que fue elegido, la impunidad no estaba en la lista’

Dejo por un momento de lado la continuación de mi artículo anterior, El por qué de la guerra, pues no se puede dejar pasar por alto lo sucedido; la indignación es demasiada.

En su obra magistral, baluarte del existencialismo, el novelista y filósofo francés, Jean-Paul Sartre, nos narra el descenso existencial de su protagonista hacia lo más profundo y oscuro de su ser, llevándolo a experimentar ese sentimiento de la contingencia y la soledad del ser humano, esa sensación que produce la realidad al comprenderla.

La misma sensación que sentía Antoine Roquentin al escribir sobre la vida de un turbio aristócrata del siglo XVIII se puede sentir ahora al comprender que hubo un pacto bajo la mesa. Un pacto que transó impuestos por impunidad, un pacto que traiciona un mandato y que derrumba las esperanzas de un cambio real y duradero para sembrar el temor de un retorno virulento de los saqueadores del país.

Pareciera que el Gobierno del encuentro ha perdido el rumbo o ha perdido el control; no logra cumplir aquello para lo que fue elegido, la impunidad no estaba en la lista.

Meses atrás elucubrábamos el costo de haber aprobado aquella ley mamotreto que mete la mano al bolsillo de todos para entregarle la plata al gobierno. Dicha ley tributaria llamó la atención no solo por lo perniciosa que resulta para el país y por ser contraria a todo lo ofrecido en campaña, sino por la forma como se aprobó, con aquella participación tácita y cantinflesca de los que han sido amnistiados hace un mes y de los que ahora salen con "habeas corpus" a pasear por el país. Este Gobierno del encuentro ha perdido la brújula y pareciera encaminarnos hacia el abismo, hacia el retorno de las FaRC y de la delincuencia organizada al gobierno.

Sale este gobierno a rasgarse las vestiduras, a decir que hará todo lo legalmente posible (como si hubiese otro camino) para revertir esto; a renglón seguido dicen que no meterán la mano a la justicia. Ni lo uno ni lo otro, esto nunca debió haber pasado y sucedió con la impavidez del gobierno y de sus instituciones El doblemente sentenciado Jorge Glas recupera su libertad en una acción cuidadosamente coordinada, pues no solo se trató de un juez que otorgó el habeas corpus, sino de una Procuraduría y un SNAI que no cumplieron con su obligación de defender al Estado.

Así, este presidiario, con dos sentencias a cuestas y sin haber devuelto un dólar al Estado ecuatoriano, se pasea por el país haciendo proselitismo político, sabiéndose ahora un jugador importante en la política del país, capaz de remover el avispero político con miras a las próximas presidenciables y con la capacidad de reconstruir una narrativa de persecución, de victimización; al fin y al cabo, es de los pocos que estuvo en la cárcel mientras su jefe y sus compañeros están prófugos.

No se trata de pedir al gobierno que meta la mano a la justicia, se trata de exigirle que actúe, que no se convierta en cómplice, por acción u omisión, no solo de lo que está sucediendo, sino de un eventual retorno a la larga pesadilla socialistoide del SXXI.

¿Estamos frente a una abdicación en la lucha contra la delincuencia, frente a un Estado indefenso, aislado, fallido?