Carmen Ojeda: Qué es la validación emocional y por qué debo practicarla

Para poner en práctica la validación es importante aprender a escuchar a las personas con atención
Validación emocional es un término que se utiliza mucho en psicología porque es clave para mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con los demás y elevar nuestra comunicación a un nivel más compasivo. Aquí quiero explicar brevemente de qué se trata y cómo podemos practicarla.
Muchas veces hacemos o recibimos comentarios, generalmente bienintencionados, del tipo “no te preocupes”, “no es para tanto”, “estás exagerando”, “no estés triste por eso, no tiene importancia”. Y digo bienintencionados porque el objetivo al decir esto a alguien es tratar de ayudar, calmar o aliviar alguna emoción difícil que esté sintiendo. Sin embargo, aunque las intenciones sean buenas puede que el efecto no sea el esperado y que, en lugar de ayudar, la persona se sienta incomprendida, sola o sienta que es incorrecto lo que está experimentando. Estos comentarios terminan convirtiéndose en una invalidación.
Validar significa reconocer que todas las emociones que experimenta una persona son siempre válidas y tienen sentido. Las emociones no surgen ‘de la nada’ sino que algo las dispara, y ese algo muy probablemente es importante para esa persona. Por lo tanto, ser validantes requerirá que aprendamos a aceptar profundamente las emociones de la otra persona sin juzgarlas, sin tratar siempre de aconsejar, sin intentar cambiar, aun cuando no lo comprendamos o compartamos del todo.
Para poner en práctica la validación es importante aprender a escuchar a las personas con atención, dando espacio a su expresión emocional y aceptándola con mente abierta. No siempre tenemos que estar de acuerdo, ni siempre tendríamos que sentir lo mismo si estuviéramos en su lugar, pero sí podemos validar siempre, acogiendo sus experiencias con empatía, ofreciendo compañía mientras dure esa experiencia emocional, sin intentar cambiarla. Esto hará que las personas a nuestro alrededor se sientan más cómodas y seguras y puedan gestionar sus estados emocionales a su propio ritmo, sin luchar contra ellos, sino aceptándolos y transitándolos como parte ineludible de la vida.