Jaime Izurieta: El futuro urbano

Avatar del Columnista Invitado

Cada ciudadano es una fuente potencial de innovación y de desarrollo

Hace más años de los que quiero acordarme, asistí a una conferencia de Jordi Borja, un renombrado urbanista español. Una de sus reflexiones se quedó conmigo, y habita mi cabeza hasta hoy en día.

“Las ciudades siempre fueron inteligentes. O si no, cómo habrían inventado el alcantarillado o el transporte público”. Con esa frase, demolió todo el movimiento de ‘Smart cities’ o Ciudades inteligentes.

En las primeras décadas del siglo, el movimiento de Ciudades inteligentes era un gran esquema de negocios en los que grandes corporaciones desarrollaban tecnologías cuya aplicación requería inmensas inversiones públicas, y vendían el ‘hardware’ y los servicios de suscripción a los gobiernos, especialmente locales.

Era, más que una ciudad inteligente, un gobierno local inteligente. Era una forma eficiente de utilizar tecnología para administrar la ciudad. La mayoría de esas herramientas tecnológicas era incompatible con la capacidad instalada del gobierno local.

La fragilidad de los sistemas, la dependencia en una sola compañía, y la precariedad asociada con muy pocos técnicos de bajo nivel gestionando sistemas de alta complejidad bajó la intensidad de la ola. Actualmente, el desarrollo exponencial de la tecnología ha dejado obsoletos muchos de esos esfuerzos.

Es el mismo desarrollo el que ahora permite pensar en ciudades que impresionarían por su inteligencia a Jordi Borja. Los vehículos autónomos como los Waymo, o los Robotaxi de Tesla, hacen posible pensar un futuro urbano donde se construya sin estacionamientos, y toda la inversión y el espacio que hoy se dedica a almacenar carros estacionados pueda dedicarse a mejores espacios urbanos.

Los avances en inteligencia artificial, y puntualmente su requerimiento de energía y de grandes centros de datos, podrían proveer a las ciudades de agua, electricidad, e internet gratuitos, confiables e ilimitados.

La escala de los desarrollos tecnológicos ofrece una oportunidad de oro para las ciudades. Cada ciudadano es una fuente potencial de innovación y de desarrollo.

El futuro no pinta mal.