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Arturo Moscoso: ¿Periodistas o troles?

Avatar del Arturo Moscoso Moreno

Lo preocupante es que otros medios se apunten al linchamiento sin verificar ni contrastar

Esa es la pregunta que uno se hace al ver cómo ciertos medios y personajes, que deberían ser guardianes del rigor, repiten como loros acusaciones de “lavado de dinero” contra este medio, con cifras adulteradas, datos incompletos y resultados que no resisten el análisis de una simple calculadora de bolsillo.

Lo sorprendente no es que los célebres ‘ñaños de Norero’ difundan cualquier cosa. Ya los conocemos.

Lo preocupante es que otros medios, que se dicen serios y presumen de objetividad, se apunten al linchamiento sin verificar ni contrastar.

El libreto ya lo conocemos desde la ‘década ganada’: cuando el poder se incomoda, aparecen denuncias ‘espontáneas’, convenientemente amplificadas por corifeos, cuentas anónimas y pseudoperiodistas. El truco es sembrar la sospecha, que no importa si es falsa, con tal de que huela a escándalo. Y en eso, hay quienes están más interesados en convertirse en tribunales improvisados que en ejercer la profesión que dicen defender.

Y entonces surgen las preguntas incómodas: ¿por qué?, ¿qué hay detrás?, ¿qué intereses los mueven?

Ahora, no se trata aquí de blindar a nadie ni de evitar que se investigue hasta las últimas consecuencias. Si hubiera responsabilidades, que se determinen. Pero lo mínimo que debería exigirse es respeto a los procesos y, sobre todo, rigor en la información. De lo contrario, el periodismo deja de ser periodismo y se degrada en lo que ya abunda en redes sociales: la lógica del ‘troll’, que acusa sin pruebas y se alimenta del odio y el ruido. Y ni eso, porque los troles, al menos, no fingen neutralidad; en cambio, estos ‘periodistas’ se disfrazan de imparciales mientras actúan como juez y parte, poniéndose la toga sin siquiera saber aritmética básica.

Lo irónico es que, en su afán por golpear a un medio incómodo al poder, terminan demostrando su propia falta de profesionalismo. En vez de periodistas, justicieros de poca monta. En vez de hechos, rumores. En vez de investigación, ecos. Y ahí es cuando la pregunta se vuelve inevitable: ¿periodistas o troles? La respuesta, lamentablemente, parece bastante obvia.