Un reinicio en verde para después de la pandemia

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'Es hora de que los $ 5,2 billones que se gastan cada año en subsidios a combustibles fósiles se redirijan hacia infraestructura verde, reforestación y a una economía más circular, compartida, regenerativa y descarbonizada’.

El Covid-19 obligó a países enteros a paralizarse, aterrorizó a ciudadanos de todo el mundo y disparó una debacle financiera. La pandemia exige una respuesta vigorosa e inmediata. Pero al hacer frente a la crisis es necesario que los gobiernos también piensen a largo plazo. Hay un programa político que se destaca por tener esta clase de horizonte temporal: el Pacto Verde Europeo presentado por la Comisión Europea, que ofrece diversas maneras de dar apoyo a comunidades y empresas más vulnerables a la crisis actual.

El Covid-19 es reflejo de una tendencia más amplia: nos aguardan más crisis planetarias. Si respondemos a cada una de ellas con medidas provisorias y superficiales, y seguimos manteniendo el mismo modelo económico que nos trajo aquí, en algún momento el ‘shock’ superará la capacidad de respuesta de gobiernos, instituciones financieras y gestores corporativos de crisis.

La «coronacrisis» ya hizo precisamente eso. En vez de limitarnos a reaccionar ante los desastres, podemos usar la ciencia para diseñar economías que mitiguen las amenazas del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las pandemias. Debemos empezar a invertir en lo que realmente importa y sentar las bases para una economía circular verde anclada en soluciones naturales y orientada al bien público. Esta crisis nos muestra que es posible hacer cambios radicales de un día para el otro.

Hemos ingresado de pronto a un mundo diferente con una economía diferente. Ahora mismo, los gobiernos están urgidos de proveer a sus ciudadanos protección médica y económica inmediata. Pero también hay buenas razones económicas para que esta crisis sirva de preludio a un cambio sistémico global

Pasar de la agricultura industrial a la regenerativa también es inmediatamente factible, y permitirá capturar carbono en el suelo a un ritmo suficiente para revertir la crisis climática. Además, generará ganancias, mejorará la resiliencia económica y ambiental, creará empleos y aumentará el bienestar en las comunidades rurales y urbanas. 

Esta agricultura es un elemento destacado en muchos de los nuevos modelos económicos que están explorando gobiernos municipales de todo el mundo, basados en el principio de vivir dentro de los límites del planeta. Como sostiene una autora de este artículo (Raworth) en defensa de su idea de «economía de la rosquilla», el objetivo debería ser crear un «espacio de operación seguro y justo para toda la humanidad». 

Actuar dentro de los límites naturales del planeta (representados por el diámetro exterior de la rosquilla) y al mismo tiempo evitar que las comunidades marginadas caigan en el atraso (el agujero central de la rosquilla). En respuesta a la crisis actual, el objetivo de las autoridades debería ser sostener los medios de vida de la ciudadanía invirtiendo en energías renovables en vez de combustibles fósiles. 

Es hora de que los $ 5,2 billones que se gastan cada año en subsidios a combustibles fósiles se redirijan hacia infraestructura verde, reforestación e inversión en una economía más circular, compartida, regenerativa y descarbonizada. 

Los seres humanos somos resilientes, emprendedores y perfectamente capaces de empezar de nuevo. Aprendiendo de nuestros errores podemos crear un futuro más venturoso que el que nos aguarda. Aceptemos este momento de conmoción como una oportunidad para empezar a invertir en resiliencia, prosperidad compartida, bienestar y salud planetaria. Hace mucho que nos pasamos de nuestros límites naturales: es hora de probar algo nuevo.