Premium

¿Está bien preparado el bombero financiero del mundo?

Avatar del Columna Internacional

Una de las pocas áreas en que los países del G20 estarán de acuerdo es la necesidad de que el FMI desempeñe un papel central en el manejo de una crisis global’

El mundo necesita prepararse para una cascada de crisis financieras en las economías emergentes y en desarrollo. Las señales son ya evidentes, con Ghana, Pakistán, Bangladés y Sri Lanka haciendo cola a las puertas del Fondo Monetario Internacional. Hoy los países más ricos deben equipar al FMI, el principal bombero financiero del planeta, para que evite y maneje la propagación de las crisis. Podrían comenzar por asegurarse de que cuente con los fondos necesarios para evitar que las economías de menores ingresos adopten políticas de “empobrecer al vecino” que acaben por destruir los sustentos de otros países y amenacen la estabilidad política y económica. A medida que se fortalece el dólar y se ralentiza el crecimiento global, varios gobiernos de países pobres ya gravemente exigidos por el COVID-19 y las crisis alimentaria y energética gatilladas por la guerra de Rusia en Ucrania, ahora deben enfrentar la depreciación de sus monedas y el aumento de los costes de la deuda. No se puede contar con el apoyo de China, su economía crece al menor ritmo en cuatro décadas por sus nuevas prioridades políticas, sus medidas COVID cero, su afligido mercado inmobiliario, presiones demográficas y reformas estructurales. Para agravar las cosas, los inversionistas extranjeros están retirando sus fondos de países emergentes a un ritmo de récord histórico y varios de estos países están recurriendo a las reservas en moneda extranjera. En crisis financieras anteriores, el FMI ha desempeñado un papel clave para ayudar a mantener un nivel de confianza mínimo, reduciendo los costes de contener y manejar las crisis. Dado el actual panorama hay buenos argumentos para volver a reforzar la capacidad de incidencia del FMI. Los países del G20 deberían comprometerse a duplicar la contribución de cada uno. El FMI debe mejorar sus disposiciones crediticias con los países más ricos a través de acuerdos bilaterales y el NAB (programa de Nuevos Acuerdos para la Obtención de Préstamos). Una tercera posibilidad es vender parte de las reservas de oro del FMI, o que los países acepten otra asignación general de derechos especiales de giro. Una opción más controvertida es que los países más ricos que no son deudores del FMI reduzcan el importe que este les paga por su deuda con ellos. El FMI y el Banco Mundial, su institución hermana, podría aprovechar los mercados de capitales, lo que nunca han hecho con anterioridad. El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) del Banco Mundial proporciona préstamos a países de ingresos bajos a medios, y obtiene esos fondos endeudándose en 4 a 5 veces su capital propio en los mercados. La Asociación Internacional de Fomento (AIF), el vehículo de financiación en condiciones favorables del Banco para países más pobres, depende de los mercados de capitales para maximizar su financiación, aunque en escala mucho menor. El BIRF y la AIF tienen calificaciones crediticias de AAA, lo que les permite minimizar su coste de capital. Su experiencia, junto con la de otros acreedores multilaterales, sugiere que el FMI podría emitir deuda con calificación AAA y apalancar sus fondos propios, aprovechando su historial de nunca haber tenido una insolvencia en sus 78 años de existencia. Los países poderosos que forman parte del FMI, en especial los que están en el G20, deben considerar con seriedad lo que está en juego. Al igual que los incendios forestales, las crisis financieras se propagan con rapidez. Para enfrentarlas con efectividad será necesario dotar al FMI con antelación de reservas y cortafuegos bien posicionados.