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El miedo: la nueva pandemia

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Frente a este gigantesco volumen de información, que cambia cada día, constituye una labor titánica, el socializar estos datos con interés científico, para redirigir la investigación hacia las cepas que generan mayor letalidad’.

Luego de dos años de aislamiento e incertidumbre por la evolución de la presente pandemia, gracias al apoyo de un equipo de médicos y salubristas ‘ad hoc’ que laboran en silencio en cada hospital del mundo, se confirma la nueva mutación del COVID, pasando del ómicron al IHU detectado en Francia, monitoreada recientemente. Se ha iniciado la cuarta ola pandémica de la humanidad, y su duración es impredecible.

A este momento, con el 58 % de la población mundial vacunada, 120 millones de personas contagiadas, 7 millones de fallecidos, el sistema inmunológico de la humanidad se ha defendido de forma favorable de la nueva variante, gracias a la vacunación y medidas de bioseguridad, demostrando que se puede reducir la mortalidad entre 0,8 % al 1,1 %, pudiendo subir hasta al 10 % en mayores de 80 años y vulnerables, algo superior al virus AH3N2 de la influenza, 0,25 por cada 1.000 habitantes.

Los médicos conocemos que la cepa que más complicaciones causó a la humanidad es la variedad delta, la cual ha desplazado a sus precedentes alpha, beta, gamma; responsable de la gran mayoría de hospitalizaciones en cuidados críticos, de no vacunados en su mayoría.

Recientemente se ha constatado hospitalizaciones de pacientes no vacunados, en menor cuantía vacunados, lo que demuestra que el mundo abandonó las medidas de bioseguridad a nivel comunitario, y que se están contagiando muchas personas por la falta de la aplicación de medidas de bioseguridad.

Todos los virus mutan con el paso del tiempo, y también lo seguirá haciendo el SARS-CoV-2. Estos cambios influyen en su propagación, la gravedad de la enfermedad o la eficacia de las vacunas, así como la terapia que se requiere. Las nuevas variantes, lambda y mu, aparecidas en Perú y Colombia, presentan cambios en el genoma que, según se ha demostrado, afectan las características del virus como su transmisibilidad, la gravedad de la enfermedad y su capacidad para escapar a la acción del sistema inmunitario para ser detectado por medios diagnósticos o ser atacado por medicamentos.

Frente a este gigantesco volumen de información, que cambia cada día, constituye una labor titánica el socializar estos datos con interés científico, para redirigir la investigación hacia las cepas que generan mayor letalidad. Estamos observando que la nueva cepa ómicron da falso negativo hasta un 35 % a la prueba del antígeno.

La prensa es el cuarto poder dentro de un Estado, pero con el advenimiento de las redes sociales, esta aseveración está siendo cuestionada y sobrepasada. La prensa es responsable de cubrir hechos de interés, generando la noticia que debe ser debidamente verificada, requiriendo de profesionales de la salud, además de la habilidad periodística de trasmitir la información, sin generar caos o miedo general.

Se requiere liberar patentes de vacunas, recuperar el INH Izquieta Pérez y continuar con la inmunización de todos, incluyendo extranjeros en nuestro país. Reforzar medidas de bioseguridad utilizando mascarillas de alto rendimiento. Finalmente, que todos conformemos un tejido social con salud mental, que permita tener más consideración y respeto por el prójimo a nuestro lado. ¿Es mucho pedir?