La memoria del Holocausto

Avatar del Columna Internacional

'La memoria del HolocaustoEs probable que mi padre, prisionero #159721 en Auschwitz se hubiera sentido orgulloso de que no lo olviden, y triste al ver de qué manera el Holocausto se convirtió en un evento apto para la interpretación política interesada’.

El 75.º aniversario de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo fue una fecha teñida de angustia y tristeza. El antisemitismo campa otra vez a sus anchas por el mundo. Este crimen sin precedentes, perpetrado por una de las sociedades más avanzadas y cultivadas de la Tierra, fue el ejemplo más extremo de los horrores que los seres humanos pueden infligirse mutuamente. Movidas por una mezcla de miedo y odio, las personas pueden convertirse en monstruos. 

El actual resurgimiento del populismo y del nacionalismo acrecienta la importancia de conmemorar a las víctimas de Auschwitz. Sin embargo, hoy dos amenazas se ciernen sobre el deber de recordar: la instrumentalización política del Holocausto y la natural propensión de los seres humanos a olvidar el pasado o volverse indiferentes al sufrimiento ajeno. En 2015, la única ceremonia para conmemorar la liberación del campo tuvo lugar ‘in situ’ en Auschwitz, bajo los auspicios del gobierno polaco. 

Este año hubo dos conmemoraciones paralelas: una en Jerusalén a instancias del gobierno israelí y del Congreso Judío Europeo, la otra por iniciativa del gobierno polaco, en Auschwitz. Polonia, donde el horror tuvo lugar, no envió delegados a la ceremonia de Jerusalén, después de que su presidente Andrzej Duda se negó a asistir, al no haber sido incluido en la lista de oradores, en la que figuraron Putin, el presidente francés Macron, su par alemán Frank-Steinmeier y el príncipe Carlos del RU. 

Puesto a elegir entre Rusia y Polonia, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu no vaciló, aunque ahora Rusia sostenga que la II Guerra Mundial empezó en 1941 y no en 1939, cuando la Unión Soviética anexó territorio polaco según el Pacto Molotov-Ribbentrop con la Alemania nazi. Es indudable que también influyó en la decisión de Netanyahu la visión nacionalista de la historia adoptada en Polonia en años recientes. 

La conmemoración de Jerusalén fue una victoria diplomática innegable para Israel: desde el funeral del ex primer ministro israelí Yitzhak Rabin en 1995 no se reunían en la ciudad tantos líderes mundiales. Y un triunfo para Rusia; la presencia de Putin confirmó el nuevo lugar indiscutido de su país en Medio Oriente. Con el correr del tiempo, los verdaderos héroes de las conmemoraciones de Auschwitz van siendo cada vez menos; pero no están en situación que les permita resistirse a esta instrumentalización de su sufrimiento. 

Desde la llegada de Netanyahu al cargo de primer ministro, su instrumentalización ha sido un componente central de la diplomacia israelí. Pero no solo ella pone en riesgo la memoria del pasado, sino una potente mezcla de ignorancia y olvido. Uno de cada cinco franceses menores de 24 años no tiene idea de lo que fue el Holocausto. Y la ignorancia de algunos alimenta el temor de otros: el 34 % de los judíos franceses sienten que corren riesgo en su país. Un problema, ante todo, de educación. 

La memoria del Holocausto debe verse como una especie de máximo baluarte contra la política del odio en un momento de erosión de la democracia y de sus instituciones. Pero no es fácil defender el principio de “nunca más” cuando las redes sociales difunden tanto atavismo y tanta ignorancia. Llevó 75 años borrar las huellas físicas de la locura genocida de Hitler. ¿Será también el tiempo que lleva olvidar las enseñanzas de la historia?