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Moisés Naím: Las feas sorpresas que aguardan a Trump

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Hoy los gobiernos enfrentan muchos riesgos que están fuera de su control. El más obvio es la emergencia climática

Cierta vez un periodista preguntó a Harold Macmillan (primer ministro británico entre 1957 y 1963) qué podía sacar de rumbo a su gobierno. Aquel respondió: “¡Los acontecimientos, muchacho, los acontecimientos!” Y tenía razón. Los líderes electos (casi) siempre llegan al poder con grandes planes y promesas, pero terminan viendo su atención distraída por crisis y contingencias que nadie anticipó. El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump no escaparán a este patrón. Aunque el control republicano del Congreso y los vastos recursos del gobierno federal le darán amplio margen de maniobra, también enfrentará una variedad de crisis (internas y externas). Hoy los gobiernos enfrentan muchos riesgos que están fuera de su control. El más obvio es la emergencia climática. No pasa una semana sin noticias de fenómenos climáticos catastróficos (incendios forestales, huracanes cada vez más potentes), con pérdida de vidas y medios de subsistencia. Pero las instituciones encargadas de dar respuesta a esos desastres aún enfrentan grandes dificultades pues las organizaciones, leyes, regulaciones, tecnologías y presupuestos a su disposición son obsoletos o insuficientes. Por la novedad y enorme magnitud del desafío, la incompetencia de los gobiernos nacionales es un fenómeno global. Además su respuesta puede verse frustrada por la negación absoluta del problema. Pero casi la mitad de las viviendas estadounidenses ya están expuestas a fenómenos meteorológicos extremos y los climatólogos coinciden en que los huracanes y otros desastres climáticos serán cada vez más frecuentes, intensos y costosos. Otra gran distracción puede ser una crisis sanitaria, como la pandemia de covid. Que Trump haya propuesto a Robert F. Kennedy Jr. como jefe del Departamento de Salud y Servicios Humanos ha generado alarma, por ser un conocido crítico de las vacunas y promotor de medicinas alternativas sin respaldo científico. Otra posible fuente de sorpresas no deseadas es la economía. Está en la naturaleza del ciclo económico que sectores concretos o países enteros experimenten crisis periódicas. Es fácil hallar fuentes potenciales de inestabilidad, entre ellas el enorme y creciente déficit fiscal de EE.UU., la fragilidad de las cadenas globales de suministro, la cada vez mayor precariedad de la economía china, la debilidad de los mercados europeos y las guerras en Europa del Este y Medio Oriente. Hay que sumar las que introducirá Trump si inicia otra guerra comercial contra China, rebaja impuestos a los ricos, emprende un achicamiento del Estado y elimina regulaciones en el sector privado. También puede ocurrir que lo tome por sorpresa el uso del sistema judicial por parte de la oposición para retrasar o bloquear algunas de sus iniciativas. El sistema judicial estadounidense es muy descentralizado, con gran autonomía para los jueces. Incluso algunos de los designados por Trump lo han sorprendido con muestras de independencia y es probable que vuelvan a hacerlo. Y las incertidumbres de la geopolítica son incluso más difíciles de cuantificar o cualificar. Desde un Medio Oriente que arde hasta un estrecho de Taiwán cada vez más tormentoso, no hay garantías de seguridad o estabilidad para ninguna región. Quizá Trump piense que su desdén de la OTAN y sus manifestaciones de admiración por el presidente ruso Vladímir Putin no tendrán consecuencias graves. ¿Y si se equivoca?