“La mitad de los diagnósticos de necesidades educativas especiales en niños son incorrectos”, informa The Guardian. Las causas son diversas y las consecuencias graves. Es crucial comprender la magnitud del problema del sobrediagnóstico de problemas de aprendizaje en niños y su impacto en su desarrollo, así como en sus familias y en el entorno escolar. 

Hoy existe mayor conocimiento y herramientas que facilitan su identificación temprana. La neurociencia y la psicología han experimentado avances significativos, brindando acceso a valiosas baterías e instrumentos para apoyar a los niños desde sus primeros años de vida, y permitiendo que niños y familias reciban estimulación y terapia, y accedan a minimizar las consecuencias. 

Nos maravillan estos avances y estamos profundamente agradecidos por ellos. Sin embargo, enfrentamos también un desafío propio de la era de la sobreinformación. Cada vez más observamos a padres que con la mejor intención de ayudar a sus hijos a alcanzar su máximo potencial recurren innecesariamente a evaluaciones psicológicas, pedagógicas y clínicas que resultan en gastos muy altos. En la mayoría de casos solo se requiere aceptar que los niños tienen ritmos y procesos naturales que necesitan de nuestra paciencia.

Otra fuente de sobrediagnóstico son las escuelas, que cada vez más solicitan a los padres que sometan a sus hijos a evaluaciones desde edad muy temprana. Muchos casos son fundamentados, con genuino interés de ayudar con intervención temprana, pero en otros es motivado porque quieren estandarizar a los niños a un mismo ritmo, esperando que todos respondan de la misma manera. 

Al niño que se salga de esa norma quieren evaluarlo para poner nombre a su desfase. Seamos más respetuosos con el desarrollo humano: tenemos procesos y ritmos únicos y la escuela debería ser el primer lugar que los respete y entienda.

 Etiquetar prematuramente a un niño puede tener graves repercusiones en su autoestima, capacidad de logro y potencial. Es esencial promover un ambiente educativo que fomente la aceptación e inclusión, donde se reconozca y valore la diversidad de ritmos y estilos de aprendizaje.