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Claudia Tobar | Adictos a la velocidad

Avatar del Claudia Tobar Cordovez

Nuestra verdadera inteligencia humana se pone a prueba al intentar balancear la eficiencia con la humanidad

En estos tiempos modernos, donde todo parece avanzar tan rápido, nos hemos vuelto adictos a la velocidad. No estoy hablando de carreras de autos, sino de nuestra obsesión como humanidad por hacer todo más rápido, por encontrar los atajos y perdernos en apreciar el camino.

Desde que en 1440 Gutenberg inventó la imprenta, nuestra vida empezó rápidamente a cambiar. Este maravilloso invento, que trajo tanto desarrollo, también acortó los tiempos de espera entre una respuesta y otra. Lo mismo ocurrió con la calculadora, que redujo los tiempos de cálculo para volvernos más eficientes. Ejemplos como estos hay miles, y hoy nos encontramos en un momento en el que queremos eliminar toda fricción que nos haga perder tiempo. Vivimos en la era de la conveniencia, donde, a pesar de que en el discurso decimos que queremos ser conscientes de nuestra salud y del medio ambiente, la realidad de nuestras acciones es que queremos todo lo más fácil y rápido posible.

Pensemos un momento en la comida rápida, en la moda rápida y en cómo la vida útil de los electrodomésticos es cada vez menor. Esta tendencia ha hecho que estemos obsesionados con buscar el camino más conveniente para todo en la vida. Esto no necesariamente está mal: esa eficiencia es la que ha logrado que avancemos como sociedad y disfrutemos de tantos avances tecnológicos. El peligro está en dejar de pensar.

Hoy, la inteligencia artificial está siendo uno de los atajos más seductores de nuestra historia. Nos conquista con su velocidad: ya no tenemos que pensar ni dos segundos en buscar una respuesta, porque con una rápida tecleada la tenemos frente a nosotros. La guerra por eliminar toda fricción tiene un peligro, y es que en el camino nos olvidemos de pensar. Cuando vivimos en un mundo tan acelerado, perdemos la perspectiva de fijarnos en los detalles, de parar y ver con una visión serena los desafíos.

Nuestra verdadera inteligencia humana se pone a prueba al intentar balancear la eficiencia con la humanidad. La clave estará en poder invertir tiempo en pensar: será la mejor inversión para cualquier empresa, para cualquier ser humano.