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Un réquiem para CREO

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Con su aparente fin, la derecha queda igual o peor que como cuando llegaron: dispersa, sin ideales ni programa.

Después de tener al país en vilo, el anuncio de Esteban Bernal de que el movimiento CREO no lanzará candidatos este año le ha dado un respiro al anticorreísmo, que temía que la participación oficialista ayudase de alguna manera a la Revolución Ciudadana, ya sea como un blanco fácil para su campaña o como otro ‘chimbador’ más.

Aunque tales temores puedan ser exagerados, ya que la lista 21, aun con los recursos del Estado, no prometía buenos resultados, estos surgen en buena parte de la frustración generalizada contra quienes integran el Gobierno nacional. Una frustración que no nace solo de estos dos años de administración fallida, sino de una decepción con el proyecto mismo de CREO. Es que su historia es una de sus promesas incumplidas.

Cuando aparecieron hace más de una década, prometían ser la nueva derecha liberal y republicana que vencería al correísmo sin regresarnos a la vieja partidocracia. Muchas veces llegaron a justificar su incapacidad de cimentar su presencia en el territorio y su mediocre desempeño electoral en esa supuesta pureza: su estructura no crecía porque rechazaban el clientelismo y su votación era poca porque se negaban a caer en el “populismo”.

Sin embargo, desde el momento en que nacieron ya reproducían lo peor de nuestra política: el caudillismo. Su existencia solo tenía sentido para elevar la figura de su mesías y su mecenas, Guillermo Lasso. Ahora que el proyecto personal de Lasso yace en ruinas, CREO sufre de lo mismo que Ecuador Libre, el ala de la sociedad civil del lassismo, padece desde el principio de este periodo, cuando sus figuras salieron de esa incubadora para servir a su jefe en el Gobierno: un fatal vacío existencial.

Con su aparente fin, la derecha queda igual o peor que como cuando llegaron: dispersa, sin ideales ni programa. Mientras que la izquierda correísta, su gran enemigo, pronto podría volver al poder, en buena medida por su culpa.

Quizá no mueran por completo y pasen a otros dueños o cambien de nombre, como Amigo, Construye o Mover, pero al igual que ellos, pasarán a existir como el alma en pena de lo que fue un partido. Así que entonen nomás los himnos por los muertos.